Sumergido en un vaivén de emociones. Reconozco que mantenerse estable en un terremoto constante es más difícil de lo que parecía cuando tiré la primera piedra. No puedo saber si vale la pena seguir el viaje o si es mejor bajarme en la siguiente parada. A lo mejor parar y agarrarse a lo que ya tienes puede hacer que todo sea más sencillo, pero no puedo, no sé. Creo que voy a seguir viajando, hasta donde me lleve, puedo aguantar el tran tran. Al final, creo que hasta le tomaré gusto.
El domingo es apacible, tranquilo y vacío. La ciudad parece que descansa y se prepara para la locura navideña. Llueve tímidamente y el cielo no ha dibujado una sonrisa en toda la mañana, a pesar de que hoy ha sido el festival de Navidad del cole y mis superpequeñajos han estado increíbles. Llega la noche y es quizá el único rato de la semana en el que mi cabeza me da tregua y me deja desconectar del mundo. Probablemente el único momento donde nada es demasiado importante.
Sigo buscando y dándole vueltas. Te prometo que lo intento, pero sigo sin encontrar tus defectos, y cada vez me da más miedo. Será que no aprendo a no quererte.
En fin, seguiremos viajando, me conformo con que nadie lo entienda. Dulce semana!
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