jueves, 23 de septiembre de 2010
Vuelve el otoño
Porque un punto final siempre es tan suculento como frío. Me invade un vacío penetrante al pensar que nunca más volveré a sentir esas sensaciones. Quizá sea ese el motivo por el que no pienso despedirme. Una puerta que no se cierra del todo te da la posibilidad de abrirla algún día. Un resquicio de luz al otro lado del marco es una llave a un futuro teñido de recuerdos. Quién sabe las vueltas que da la vida. Tal vez por eso nunca aprendí a despedirme.
Hoy pierdo una parte de mi piel. Lejos del miedo que sentía cada vez que imaginaba un futuro sin todo esto, ahora me despierto con la seguridad de que todo saldrá bien. Mi vida por delante sigue según su curso. Las puertas se abren al compás del traqueteo del tren que nadie sabe dónde llevará, pero hoy no me asusta subir en él. Siento que nada puede salir mal, es mi vida y la dirijo yo. Hoy vuelvo a ser el director de una película que sólo está empezando. Menos mal que has vuelto, querido septiembre.
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