Esa imagen recorría cada palmo de mi mente sin darme tregua ni respiro. No lograba apartarla por más que doliese y es que sentía como mis pasos cada vez me alejaban más de una realidad que no me pertenecía, para sumergirme en una desidia autónoma y controlada, hecha por y para mí. Carecía de sentido mirar a mi alrededor y disimular que todo seguía importándome. El mundo ya no era mío y no sabía donde esconderme. El eco de tu voz atronaba en mi cabeza como un viento imperturbable que va cerrando cada puerta que encuentra a su paso, dejando tras de sí una soledad que no alcanzaba todavía a comprender. Mis pies confundidos me llevaban a toda prisa hacia alguna salida, pero el mundo como un laberinto hecho a medida no me dejaba escapar.
Y es que hoy me doy cuenta que realmente sí existe una sonrisa más allá de donde me soltó tu mano y me niego a aceptar que te hayas ido, porque mientras sigas en mi cabeza, tu corazón no dejará de latir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario