martes, 2 de febrero de 2010

Volverás, te esperaré


Hoy te has ido, una vez más. Desde que te conozco no dejas de ir y volver, no he dejado de despedirme de ti desde aquellas tardes cuando sólo era un pequeñajo y tú el espejo donde reflejarme. Quizá por eso aquella vieja canción que dice algo así como adiós con el corazón que con el alma no puedo... Sigue llevando tu nombre desde que me la cantaras de niño.

Siempre fuiste el ojito derecho de mamá, siempre el niño problemático. Siempre aquel que traía de cabeza a todos y que dejó de estudiar por trabajar en lo que más le gustaba, aunque fuera a escondidas. Siempre a hostias con la vida, siempre en boca de todos. Nunca sentaste la cabeza, nunca dijiste un lo siento, simplemente vivías, te dejabas llevar, pero siempre salía mal. Siempre por la puerta de atrás, siempre el malo del cuento.

Nunca han creído en ti, pero ya ves, tienes ese algo que te hace especial. Ese algo que te hace haber tenido más amigos en tu mano un momento cualquiera de los que cualquiera puede reunir a lo largo de toda su vida. Ese algo que hacía que cuando llegaras a casa, sólo se escuchara tu nombre. Ese algo que enfadaba a mamá porque tú eras todo en lo que yo creía, y porque pisaba a ciegas por donde tú me decías. Ella siempre prefirió que yo me fijara en el mayor, en el bueno, el correcto, pero tú siempre has sido distinto, mi hermano favorito, mi guía. Quien marcaba el camino que no se ha de pisar, pero que tanto me gustaba.

La vida te ha dado golpes, uno tras otro, cada vez más duros, pero siempre sales, siempre estás ahí, siempre llega el día en el que vuelves, y mírame, todavía sigue haciéndome ilusión cuando llamas al timbre, igual que cuando tenía ocho años. Igual que aquellas tardes donde nuestra habitación era una nave espacial, y en cualquier playa teníamos un tesoro escondido. Aunque pase el tiempo y yo ya no sea aquel renacuajo ni tú mi hermano loco, aunque la vida nos lleva a los dos por caminos diferentes, por caminos raros.

Sé que me quieres con toda tu alma. Que pondrías tu vida en juego por salvarme de la más simple tontería. Sé que no confías en nadie como en mí y que lloras cada vez que nos despedimos. Sé que no te atreves a decirme a la cara que te vas, nunca has podido, y que te da miedo que un día me olvide de ti. Que te da miedo que acabe rompiéndose ese lazo que nos hace inseparables, y que darías todo por conservarlo. Pero no te preocupes, sigo aquí, y esperaré a que salgas de ésta. Todo irá bien, y aún nos quedan infinitas batallas que ganar juntos. Sabes que puedes confiar en mí, sabes que yo nunca me iré. Por que, al fin y al cabo, sigues siendo mi hermano favorito. Y tu corazón siempre será donde me miré y nunca dejaré de hacerlo. Te quiero tete. Hasta pronto.

1 comentario:

  1. No todos los modelos son perfectos, ¿pero acaso han de serlo? Es maravilloso querer a alguien precisamente por sus defectos, porque eso es lo que más autenticidad le aporta.

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