lunes, 26 de agosto de 2013

Arena mojada

No te miento si te cuento que, alguna vez, creí en ella. Parecía tímida y sutil, penetrante y perfecta. Sus ojos transmitían ese brillo que solo ves en sueños, esa luz que te ciega y te embriaga, que hace más liviano el dolor, que amedrenta a las fieras.

Ella era olor a chocolate. Era el abrazo de una estación (que nunca tiene el mismo sabor que el resto de abrazos). Era despertar un domingo a medio día, era la primera copa de un sábado, era una contínua resaca de primavera. La recuerdo como un viaje de ida, un regalo que se hace esperar, un adelantamiento en la última curva. Ella fue ese guión no escrito que perdimos al amanecer de un dia que ya he olvidado.

Pero todo principio conlleva una responsabilidad, un compromiso firmado en tinta invisible que no se debe romper. 'Que se mueran ellos, que no nos entienden. Mientras nos tengamos el uno al otro seremos invencibles'.

Pero se rompió. Y cayó, y yo caí detrás.

Hoy una mirada se pierde en el palpitar de las agujas de un reloj. Alguien dijo una vez que las decisiones más importantes se tomaron hace tiempo, y ahora pesan demasiado. Olvidaste que lo dificil no era empezar, sino saber decir adiós.



¿Quién puede estar sin morirse por nada?
Tú vivirás sin que yo te haga falta.
Despiértate y siente en tus pies el frio de la arena mojada.
Y al despertar baila salvaje al ritmo lento del oleaje.


domingo, 4 de agosto de 2013

Las mejores canciones se escribieron un domingo

Yo estoy convencido de que si pudiera quedarme a vivir en un lugar, sería el andén de una estación. Si pudiera hacerlo en una canción, sería Diciembre, y si fuera en un acorde, sería uno que hablase de ti.

Pero si de algo estoy seguro, es de que mi vida se dibujó un domingo.



Quinientas preguntas flotando por la habitación,
quinientas versiones sobre una misma discusión,
quinientos escotes que no me alivian el dolor,
quinientas respuestas necesitaba y tuve dos.