domingo, 29 de noviembre de 2015

Chin-chin

He sido un verso asonante de Sabina en el Madrid más canalla, una madrugada sin chaqueta al abrigo de un otoño que no termina de querer terminar. He visto morir gotas de vida en el fondo de una botella, el llanto de una madre envuelta en unos brazos a los que ha dado vida y ya no reconoce. He volado por delante de mi vida haciendo del derecho a soñar un deber y queriendo llegar antes incluso de haber salido. Y he perdido. He caído hasta decir basta en mañanas de Ibuprofeno donde no me he reconocido ni siquiera en los versos del González del mejor de los Salitres. He perdido la vida en un atardecer de domingo a medio gas entre tu boca y el infierno. El infierno de las noches sin sueño. Sin un sueño por el que querer dormir. Pero al final todo termina, siempre pasa. Hasta en el vacío existencial más abrupto del despertador de un lunes he encontrado argumentos para seguir deslizando la sábana.

Por lo que nos queda, por lo que viene y, sobre todo, porque no valga la pena mirar hacia atrás, si total ya no vamos a volver. Chin-chin.



La realidad desarma
harta de estar harta.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Hablando con Migo de mi

Se descubre el vaho de la ducha y las gotas difuminan un espejo que a veces la niebla no se acuerda de rescatar. Unos ojos vacilan al otro lado inseguros de si quien los ignora es el enemigo o, por el contrario, todavía recuerda el contrato vitalicio que le une a ellos. Hoy quizás sea un buen día para recordar que siguen ahí.

Quizás sea el momento oportuno para pulsar la tecla que detiene la grabación y jugar con la elasticidad del tiempo, convertir al resto del mundo en ajeno a la luz que emiten esos ojos. Hoy, seguro, es buen día para decidir dormir mejor, para respetar las horas de sueño. Tal vez también lo sea para proponerte hacer un poco de ejercicio, si es que el cuerpo así lo pide. O proponerte dejar de pensar una hora al día, a lo mejor así se alejan las nubes, ¿no? al fin y al cabo las tormentas tienen el tamaño que les queramos dar. Incluso te diría que puede ser un buen día para dibujar una sonrisa por encima de esas caras de amargura que zozobran la rutina, por encima de esas mentes que, 'privilegiadas', han elegido venderse a una vida anodina que ni tú ni yo queremos. Dar una patada al aire que tumbe los no, los no tengo ganas, los ¿y si sale mal? y los eso no es digno de mi. A lo mejor es también un día propicio para poner esa canción que levanta tu alma, solo la tuya, aunque ya no siga de moda. El momento de perder el ridículo, o hasta el de romper la rutina con la estupidez más brillante que dé un vuelco a la vida y la haga sonreír. A lo mejor es un buen día para empezar a quererse y ser consciente de que cada mañana en blanco es la oportunidad de escribir una historia que no deberíamos emborronar.

Fue soplar las velas y en ese apagón 
vi pasar mi vida y aunque me gustó .. 
deja que te pida, si tú me permites, 
contigo me voy.