viernes, 21 de septiembre de 2012

Otra vez, el techo y la apisonadora, otra vez.

Porque al amanecer las cosas son más claras y brillantes, y la noche las confunde de sombras y engaños. Porque la luz del sol también nace para alumbrar el fondo de los cajones mejor cerrados y los bolsillos llenos de esas pequeñas bolitas de rutina y algodón.

Porque aunque me encanta esa sensación de espejismo barato teñido de libertad que me regalan tus noches, te prefiero de día. Con sol, con viento o bajo un paraguas que no distrae a la lluvia pero la mantiene distante. Y es que creo que nada duele más que un despertar sin tenerte cerca, que un aliento que no huele a ti.

No existen malos ni buenos, porque la película que tú diriges y yo protagonizo no entiende de victorias ni derrotas, solo de instantes de realidad y puestas de sol.
Tengo ganas de recorrer cada kilómetro que te separa de aquí, tengo ganas de comerme cada paso que te aleja y decirle al tiempo que ambos sabemos que la partida la tiene perdida desde el primer segundo.



Otra vez, toda la noche hablando hasta que llega el
momento de decir hasta mañana
Dejemos en pedazos lo de no poder
pasar entre las sombras sin caer
Dormir tan abrazados sobre el filo
es algo que no pueden resolver.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Septiembre

Vuelve septiembre y, con él, ese olor a gastado, esa mezcla de sueño y vida. Se vuelve a cerrar el ciclo, vuelve a terminar otro año y la cuenta se pone a cero.

Tengo prisa, estoy vacío pero sigo corriendo. Vuelven a sonar aquellas canciones que me hacían gritar, y es que el otoño tiene estas cosas. El final no queda cerca y eso hace que todavía me desgaste más. Una rueda que gira y gira en un punto fijo, una imagen en la mente que devora horas y apaga sonrisas. Dónde quedan los sueños un lunes por la mañana.

Ese viento que despeina miradas, esas manos frías en el bolsillo, ese olor a café de primera hora, esas puestas de sol, de nuestro sol. Y es que las cosas dulces, saben mejor en otoño.

Tengo hambre de septiembre, de rutina, de otoño, de desayunos disfrazados de calor, de noches frías desde la ventana. Tengo hambre de ti, de Madrid, de volver a ser yo. Tengo hambre de vida.

Saltar al vacío parece tu estilo
las olas del mar
te muestran el rumbo.

Ahí te encontré
un héroe de otoño
un soñador entre los locos

me dices mejor te veo en Diciembre
ya volveré el año que viene