martes, 18 de junio de 2013

Felices veinticinco.

Hoy, y sin que sirva de precedente, en mitad de una sequía de ideas que no me deja escribir nada decente cuando me siento frente a la pantalla estos últimos días, quiero dedicar una entrada a alguien que lo merece.

Aprendimos juntos que la vida no sabe dulce si no sales a comértela cada mañana. No se trata de el qué, sino del cómo, ya lo dice Estrella Damm, y el cómo depende de ti. Has sabido ser ese amigo que nunca desaparece, que me acompaña allá donde vaya, que no se olvida de cada detalle, que se compromete sin más por el simple valor de una palabra. Se quedarían cortos los calificativos para agradecerte que siempre hayas estado ahí, que aquí, a quinientos kilómetros, o a tres mil, hayas sido mi conciencia, mi consejo y mi sonrisa cada día.

Muchas felicidades chaval, y a serguir cumpliendo años, que medio siglo solo es una pequeña parte de lo que nos queda. Y no te preocupes, que todo saldrá bien, todo esfuerzo tiene su recompensa, y en este caso será feliz, estoy convencido. Dentro de nada estaremos por ahí comiéndonos el mundo, ya lo verás.

Un abrazo Lucho!



Soy un peleón,
puedo con el Sol.

El lunes cuesta,
el martes imposible sin tu voz.
He esquivado tu tiro,
me han rozado dos.

viernes, 14 de junio de 2013

Una historia más.

Ella era difícil, un enigma complejo, una adivinanza que no tiene final. Él lo tenía todo, todo lo que nunca quiso tener.

Contaron abriles al ritmo de una letra de Extremoduro, una de esas que te envuelve cuando eres adolescente y que aunque crezcas no puedes evitar cantar en voz baja cuando suena en la radio. Tacharon noches de invierno de gorro y bufanda, con la sensación de que nunca morirían, seguros de que un parasiempre es un contrato inquebrantable que supera todos los miedos. Era estúpido pensar que algo así podía desaparecer, se tenían el uno al otro, héroes de su propia novela.

Pero la vida no respeta contratos y una mañana se miraron a los ojos sin saber qué había detrás. No quedaba nada de las despedidas, de los portales que les vieron crecer. Ni rastro de cada grito, cada carta, cada mirada de complicidad. Las notas parecían ir muriendo una a una mientras se deshacía la canción.

Nada dura eternamente, todo principio lleva, por definición, un final de la mano. Y fue entonces cuando entendieron el significado de infinito y supieron que pese a todo, lo habían logrado. La vida no se mide en destinos, sino en caminos por recorrer.