viernes, 25 de enero de 2013

Punto muerto.

A veces no basta con ser fuerte o querer parecerlo. Evitar hablar de algo no lleva a olvidarlo, ni siquiera a minimizar su peso. Hoy es uno de esos días en los que los recuerdos vuelven como un boomerang sin acuse de recibo que diría Sabina. Parece que todo ahoga más que ayer y que no es tu ausencia, sino mi vida la que duele.

En una trinchera entre el olvido más sensato y el recuerdo que siempre miente. Nada es lo que parece cuando miras atrás y todavía quieres creer en lo que no es. En esa mentira que cansada de ser sueño, se despertó una mañana para no volver.

Mírame, dame la mano y sácame de esta puta vida que se desmonta cada noche. Necesito respirar.



Todo está parado en punto muerto
a punto de empezar de nuevo
llevo meses asomado al precipicio
y si no avanzo es peor que si me caigo
que me empujen y estrellarme
es la manera más sincera
de afrontar lo que nos queda
que nunca vuelva a verlas estallar
ya no quiero mentir a nadie más.

lunes, 21 de enero de 2013

Standby.

Empezar una semana nunca es sencillo si no existe ese trampolín que te de la inercia necesaria. Aunque hoy es difícil encontrar ese "yo qué se" entre la niebla de enero, y las motivaciones jueguen al escondite entre las sábanas; reconozco que un lunes es mucho más dulce si lo acompañas de una banda sonora a la altura.

Piensa que, como todo en la vida, hoy empieza otra semana que no sabes cómo terminará y que, posiblemente, el domingo ya todo esto quedará muy atrás. Aún así me gusta creer que si intentas escribir el mejor principio, los finales no te van a fallar.

Me encantan estas canciones en las que por mucho que cuentes, nunca es suficiente. Tienen una identidad y un efecto personal que las hace irrepetibles.

El señor Robe Iniesta. Standby.


Me da vértigo el punto muerto
y la marcha atrás,
vivir en los atascos,
los frenos automáticos y el olor a gasoil.
Me angustia el cruce de miradas
la doble dirección de las palabras
y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me da pena la vida, los cambios de sentido,
las señales de stop y los pasos perdidos.
Me agobian las medianas,
las frases que están hechas,
los que nunca saludan y los malos profetas.
Me fatigan los dioses bajados del Olimpo
a conquistar la Tierra
y los necios de espíritu.
Me entristecen quienes me venden clines
en los pasos de cebra,
los que enferman de cáncer
y los que sólo son simples marionetas.

Me aplasta la hermosura
de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barras,
el baile de etiquetas.
Me arruinan las prisas y las faltas de estilo,
el paso obligatorio, las tardes de domingo
y hasta la línea recta.
Me enervan los que no tienen dudas
y aquellos que se aferran
a sus ideales sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido,
parado frente al mar mientras que el mundo gira.


"IDEARIO" Francisco M. Ortega Palomares (Cuenta atrás).

miércoles, 16 de enero de 2013

Mi ADN lleva tu nombre.


Confundir presente con velocidad es la bala que nos hace más vulnerables. Esconderse entre los tic-tacs que maquillan el estrés no nos aporta una realidad mejor, pero sí más llevadera. Hoy el día no va a pasar a la historia, por el simple hecho de que nadie lo ha hecho diferente. O sí.

Pero hay veces en las que la vida te recuerda que ese yo tiene un alguien y un porqué detrás y que, aunque a veces se me olvide, solo soy el reflejo de lo que un día dibujaste. Siempre me ha gustado parar el tiempo, saborear un recuerdo y sentir el viento en la cara; y es que suelo pensar que las cosas importantes en la vida nunca pasan cuando vas corriendo.

Hace dos años y ocho meses que me nos dejaste y he perdido la cuenta de las veces que me duermo pensando en todo lo que fuimos, y en todo lo que un día ya no llegaré a ser sin ti. Siempre he dicho que no estaba preparado, por más que quisiera darte esa imagen y, aunque sé lo egoísta que suena, creo que contigo hoy mi vida sería mejor diferente. Ese día murió una parte de mí que llevaba tu nombre. Las grandes personas son como los buenos libros, por más que apartes la mirada sabes que si te ha marcado, es para siempre.

Aunque viva cien años nunca podré llegar a pagarte lo que te debo. Y aún así ya ves, idiota de mí, me refugio en mis palabras creyendo que solo así puedo decirte lo que guarda una mente que todavía no ha aprendido a ser si le faltas.

Gracias por todo lo que eres en mi vida. Por tu antes, por tu ahora y por tu después. Sin tu mano, nunca habría aprendido a entender el mundo.



La marea me dejó aromas de barro,
algas tejidas en forma de desengaño.
La marea me dejó unas conchas sin nombre,
con que un niño hizo un collar de un alfabeto que no entiende el hombre.



lunes, 7 de enero de 2013

Y que me lleve lejos cuando suba la marea.

Hacer la maleta para desaparecer. Meter en ella todo aquello intrascendente, cada pieza de un puzle que no te pueda insinuar nada más que un presente vacío que hace falta llenar. Prescindir de todas esas puntadas sin hilo que han ido cosiendo un ahora vacío de sabor y dejarlo atrás.

Sacar un billete hacia ninguna parte. Quiero descubrir calles que vendan mentiras a precios de saldo. Miradas que tapen heridas aunque no las curen. A poder ser un lugar que no haya visitado aún. O si lo he hecho, es imprescindible que sea inherente a mis principios. Un lugar que me conozca mejor a mí que yo a él y tenga muchos rincones que enseñarme. Hoy quiero perderme lejos y no encuentro la salida.

Necesito irme a dormir allí donde la nada sea mi todo. Un hoy sin deudas de la conciencia, un mañana desnudo de quizás.

Hay veces en que nos encontramos a nosotros mismos en un olor, una canción, una palabra. Es importante no olvidarte de quien eres por debajo de la ropa.



Por encima del mar de los deseos,
han venido a buscarme los recuerdos
de los días salvajes, apurando
el futuro en la palma de nuestras manos.

jueves, 3 de enero de 2013

Carreteras de Madrid.

¿Te apetece jugar a un juego? Es bastante sencillo, solo tienes que cerrar los ojos e imaginar. La única condición es ser sincero.

Imagina un lugar donde irías a pasar el último día del año. De ese año en que se acababa el mundo según decían. No puede ser un sitio vulgar, puesto que la ocasión de sobrevivir al apocalipsis no se da todos los días. Piensa una forma de ir hasta allí, y piensa en tres personas que, elegidas de entre todas las posibles, unos siete mil millones, fueran capaces de hacer diferente cada uno de los segundos de ese viaje. Ahora ponle una banda sonora a todo esto. No es fácil, ¿verdad? Pues vamos a complicarlo un poco más. Ahora, y por último, imagina que todas y cada una de las decisiones que tomáis salen bien y que, a cada paso que dais, todo sale mejor de lo esperado. Como si por arte de magia se tratase.

Pues bien, yo he de reconocer que, pase lo que pase en mi vida, cuando cambie todo aquello que desconozco y cuando el cruel antídoto de la edad y la memoria hagan efecto en ese fulgurante veneno conocido como juventud, nunca olvidaré esos días ni a esas personas. Parece sencillo convertir en anécdotas cada instante de un viaje, pero no lo es. La historia de una vida se compone de pequeñas piezas de sueños no cumplidos y de momentos sencillos que nunca olvidarás. Y vosotros habéis escrito con tinta indeleble una página de mi historia que nada ya podrá borrar.

Una habitación de hotel de carretera. Una encargada de hotel que nadie conoce. Sustos de media noche con la compañía de Teledeporte. Despertares strongs. Olvidos y despistes incuestionables. Duchas en gasolina. Carreteras que nunca llevaban al mismo destino. Comidas a deshora. Rincones por descubrir. Uvas en días inesperados. Pajaritos en el aire. Padres que quieren que un chico rico embarace a sus hijas. Dady. Trenes de ida y vuelta. Un armario lleno de risas indescifrables y momentos que nadie entendería. Porque señores, cuando pasen los años y el polvo entierre los recuerdos de cada fin de año, podremos cerrar los ojos y saber que aquel final de 2012 nadie nos lo podrá quitar. Y que por más que el mundo juegue a deshacerse por fuera, nosotros hemos cambiado de año con el arma más precisa del universo: una sonrisa.

Porque un año que empieza en Madrid no puede acabar mal y porque la compañía y el ambiente lo convierten en atractivo por definición.

Feliz dos mil trece y, nunca os olvidéis de creer en algo.

Carreteras de Madrid.



Es tan difícil sonreír, perder el miedo y escaparnos.
buscar un sitio en el que dormir los recuerdos del verano.
Mientras pasa la tormenta, carreteras de Madrid.

Se hace tan fácil mentir, mirar al suelo y olvidarlo,
vaciar la maleta una vez más, y verlo todo difuminado…
Mientras pasa la tormenta, carreteras de Madrid.