domingo, 20 de diciembre de 2015

La tilde de un quien

Como perder la tilde de un quien
que te convierte en arte mudo,
la palmada insonora en el desfile de sinsentidos.
Qué triste es la mirada de quien no se reconoce
en el brillo de pupilas que devuelve el ventanal.
La indiferencia de un tiempo
donde aprender a ser sin serlo
es el estigma de quien cree que la distancia
es eterna mientras dura.

No es distinto por ser yo,
ni más especial por haberlo escrito en verso.
Solo es otra crónica de la desidia de quien aprende
pretendiendo querer que el tiempo que
un día jugó a favor del viento
hoy es el que cose las heridas.
Hoy es el que abre las cicatrices.
El que quema los días.
El que vierte de poesía todas las mañanas
de mis noches grises.

Pidamos ser lo que una vez, quizá por empeño, 
decidimos hacernos pero no hicimos bien.
Quizá esta vez sepamos ser estrellas fugaces 

que porque hicieron las paces no perdieron su fe. 

domingo, 29 de noviembre de 2015

Chin-chin

He sido un verso asonante de Sabina en el Madrid más canalla, una madrugada sin chaqueta al abrigo de un otoño que no termina de querer terminar. He visto morir gotas de vida en el fondo de una botella, el llanto de una madre envuelta en unos brazos a los que ha dado vida y ya no reconoce. He volado por delante de mi vida haciendo del derecho a soñar un deber y queriendo llegar antes incluso de haber salido. Y he perdido. He caído hasta decir basta en mañanas de Ibuprofeno donde no me he reconocido ni siquiera en los versos del González del mejor de los Salitres. He perdido la vida en un atardecer de domingo a medio gas entre tu boca y el infierno. El infierno de las noches sin sueño. Sin un sueño por el que querer dormir. Pero al final todo termina, siempre pasa. Hasta en el vacío existencial más abrupto del despertador de un lunes he encontrado argumentos para seguir deslizando la sábana.

Por lo que nos queda, por lo que viene y, sobre todo, porque no valga la pena mirar hacia atrás, si total ya no vamos a volver. Chin-chin.



La realidad desarma
harta de estar harta.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Hablando con Migo de mi

Se descubre el vaho de la ducha y las gotas difuminan un espejo que a veces la niebla no se acuerda de rescatar. Unos ojos vacilan al otro lado inseguros de si quien los ignora es el enemigo o, por el contrario, todavía recuerda el contrato vitalicio que le une a ellos. Hoy quizás sea un buen día para recordar que siguen ahí.

Quizás sea el momento oportuno para pulsar la tecla que detiene la grabación y jugar con la elasticidad del tiempo, convertir al resto del mundo en ajeno a la luz que emiten esos ojos. Hoy, seguro, es buen día para decidir dormir mejor, para respetar las horas de sueño. Tal vez también lo sea para proponerte hacer un poco de ejercicio, si es que el cuerpo así lo pide. O proponerte dejar de pensar una hora al día, a lo mejor así se alejan las nubes, ¿no? al fin y al cabo las tormentas tienen el tamaño que les queramos dar. Incluso te diría que puede ser un buen día para dibujar una sonrisa por encima de esas caras de amargura que zozobran la rutina, por encima de esas mentes que, 'privilegiadas', han elegido venderse a una vida anodina que ni tú ni yo queremos. Dar una patada al aire que tumbe los no, los no tengo ganas, los ¿y si sale mal? y los eso no es digno de mi. A lo mejor es también un día propicio para poner esa canción que levanta tu alma, solo la tuya, aunque ya no siga de moda. El momento de perder el ridículo, o hasta el de romper la rutina con la estupidez más brillante que dé un vuelco a la vida y la haga sonreír. A lo mejor es un buen día para empezar a quererse y ser consciente de que cada mañana en blanco es la oportunidad de escribir una historia que no deberíamos emborronar.

Fue soplar las velas y en ese apagón 
vi pasar mi vida y aunque me gustó .. 
deja que te pida, si tú me permites, 
contigo me voy. 

lunes, 19 de octubre de 2015

Cruz

Se abre la puerta del metro y me inunda ese olor a estrés y soledad a partes iguales. Se cruza una melena castaña que solo intuyo y tu colonia me transporta a otro tiempo. Ya no eres tú, ni siquiera soy yo el que cruza la distancia entre coche y andén. Los años tienen eso, que perdonan y olvidan, un placebo que no consuela pero cicatriza sobre cada herida de esas que apuntalaban noches.

Supongo que por ser lunes, o tal vez porque el tiempo me ha dado la licencia de hacer lo que me de la gana con mis emociones sin tener que rendir cuentas por ello. Pero hoy te echo de menos. La ilusión convertida en ganas, las ganas vestidas de miedos y la incoherencia de quien se quiere comer el mundo a cualquier precio. Ahora también colecciono las tardes pero un cielo de gaviotas le gana la partida a las ardillas de tu Retiro y el frío no termina nunca de llegar. Hoy te echo de menos en el espejo, en la barba, en el tacto de la ropa. Eres otro, o es el tiempo el que nos ha cambiado. A lo mejor es otra de esas veces en las que dudo si los sueños son estigmas en la piel del hombre, o si realmente los vamos borrando cada vez que sale cruz. Y ¿sabes? me da auténtico miedo que pueda ser la segunda.



Hay abrazos que curan
y nos los receta un doctor
y luego estás tú.

domingo, 11 de octubre de 2015

Compleja la vida

Reconozco que todavía no he superado que te marcharas. ¿O quizás se trataba de olvidarte? ¿Es posible olvidar a quien un día estuvo? Se difuminará, se irá desdibujando con el paso de las hojas del calendario, pero hay un 'cómo' que nunca muere del todo. O, al menos, no debería hacerlo. Recuerdo tus inviernos y me recuerdo en ellos, es curioso porque nunca termino de entender si lo que busco en la nostalgia es el quién, el dónde o el yo. A veces pienso que simplemente echamos de menos una versión de nosotros que nos agrada más, que nos parece más cálida. Supongo, por tanto, que la función de las personas en nuestra vida es sencillamente la de hacernos sentir bien, la de exaltar nuestra mejor versión. Nosotros, por consiguiente, elegimos quedarnos al lado de quien mejor nos hace sentir. Del mismo modo, nosotros somos espoleadores de aquellos con quienes compartimos un trocito de este mundo. Involuntariamente, cuando llegamos a un corazón ajeno, tenemos la función de hacerlo vibrar, pero no para nosotros, sino para que sea él quien crezca. Complejo, ¿verdad? Dicen que la felicidad consiste en no tomarse las cosas demasiado en serio. Pero yo creo que la vida es algo tan extraordinariamente perfecto que no soy quién para subestimarla.



Las cuatro patas de mi cama 
pueden llegar a soportar toneladas de bipolaridad

lunes, 21 de septiembre de 2015

Eres otoño

Eres el espacio que queda entre dos acordes de piano, la nota que sigue sonando mientras el dedo vuela hasta la siguiente tecla. Eres la playa que se vacía en septiembre, la arena que desaparece cuando sube la marea. Eres la última gota cayendo fuera del vaso, la primera ráfaga de viento que despierta octubre, eres una de Vetusta sonando de fondo cuando vuelves pronto. Exacto, eres temprano, eres esos minutos que le ganas al reloj cuando llegas primero y sientes que, por un momento, te has adelantado a la vida. Y la dejas correr. Eres el truco que no se explica, el tacto de tus pies fríos a media noche. Eres las hojas caídas de noviembre, un respiro en la tormenta, una tormenta en día de rutina.

Yo siempre viviendo a medio camino entre un imposible y un ojalá, bebiendo la copa del calendario de un año que ya no vuelve, por más que insista en negarlo. Vendiendo baratas las excusas para no comprar un presente que nunca supe conjugar, escribiendo en pretéritos imperfectos que de usarlos han perdido el color. Y se quedan desnudos entre mi espalda y tu pared, entre el fuego que no prende y el humo que todavía quema, que todavía escuece. La balanza que de tanto buscar el equilibrio no se acuerda de ser libre.

Y en eso pasamos los días. Tú volando a diez mil pies sobre el nivel del mal. Yo dibujando mentiras, coleccionando azoteas, perdiendo el miedo a las alturas, aprendiendo a volar sin paracaídas.



Este bendito cuento que se repite,
como las olas y su envite,
como el sorteo en navidad,
gira clavado en puntos suspensivos,
siembra en los cruces de caminos
promesas de inmortalidad.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Septiembre otra vez

Septiembre otra vez, ya ves. Le gustaba el sonido de las hojas caídas bajo sus suelas, era reconfortante volver a casa. Todavía no era otoño, pero el calendario sabía que tenía poco margen para esconderse. Jugaba a imaginar que se quedaba a vivir en ese instante cuando el día empezaba a acostarse un poco antes cada vez y las gotas de sudor se rinden a ser inocuas sobre la piel erizada. Tal vez hogar no se defina bajo un punto geográfico del mapa, tal vez es mucho más que una sensación. A lo mejor, decía, es una de esas palabras cuyo significado está dentro. - ¿Dentro? - En lo abstracto, donde nadie llega, o mejor, donde nadie se atreve a llegar. Le gustaba pensar que, mientras sigamos siendo nosotros, siempre estaremos en casa, aunque nunca alcancemos a definirlo.
No atardece igual en todas partes, ¿sabes? solo hay que buscar en qué cielo vale la pena quedarse a vivir, y dejarse atrapar por él. Otra vez. Tantas veces como haga falta con tal de seguir latiendo.


Atados, manos y pies al corazón que fui fiel 
ojalá me condenaran… a la niñez. 

sábado, 29 de agosto de 2015

Forma de vida

Me gustan los acertijos más que los problemas, las mentes más que los cuerpos y volar despacio, sin rumbo fijo, pero hacia adelante. No hay nada más cautivador que alguien que sabe de lo que habla, que siente la vida escapar entre sus palabras como una gaviota que enfila el mar, como un río de pólvora que rompe el silencio hasta hacerlo añicos. Me gusta la gente que se siente viva, que se niega a dejar pasar la vida sin subirse a ella, aunque esta le haga perder el equilibrio una y mil veces. Hay paredes que guardan historias que nadie entendería, pero de nada servirían si no hay quien haga que ocurran, quien cruza la línea, quien pierde el miedo, quien aprieta el gatillo. Y de repente, ¡zas! Todo aquello que no se olvida ocurre en esa zona que reside entre aquello que somos y el vértigo de lo que nunca seríamos. Sentir el temblor en forma de vida, a contracorriente como el verso que no rima pero hace diferente a la canción. Dudar del mundo, darle un giro más a la noria, saber que si caemos es porque forma parte del juego. Pero saber, a su vez, que caerse es la única forma de no olvidar lo que hemos aprendido.



Dejemos algo claro, para bien o para mal. Nos persiguen por ser los hijos, del pecado original. Y nadie cuida de nosotros.

lunes, 10 de agosto de 2015

Queriendo en gerundio

¿Sabes? a veces pienso que ya no se quiere igual. No se quiere como antes. Y no hablo de intensidad, de cantidad. Es algo muy distinto, es cuestión de calidad, de sentimientos, por decirlo de algún modo, es cuestión de valores, de principios. Es tan fácil el acceso a todo que ese todo, por consiguiente, se queda sin valor. La ecuación es sencilla, cuando algo es inaccesible, se desea, pero al convertirse en cercano se ignora, se pierde. Podemos, en cuestión de minutos, llegar al corazón de alguien a través de la piel, y a la mañana siguiente no recordar ni el nombre. Podemos, por curiosidad, saber qué lee, qué escucha, qué estudia y donde trabaja alguien con solo un par de clicks y rechazarle sin haber cruzado una palabra. Así somos, así funciona el ahora. Hipócrita sería tacharlo cuando soy el primero que lo cumple, pero formar parte del juego no disimula el deseo de cambiar las reglas.

A veces pienso que sobran palabras y faltan sentimientos. Echo de menos el lazo que te une sin compromiso, la sensación de libertad siendo parte de un todo, la suma completa, sin juicios morales, sin pagar la cuenta a final de mes. Me sobran fotos en Instagram que digan lo que te quiero, retratos de sábado que llenen una galería de caras bronceadas y camas vacías. No quiero saber el tiempo que hace desde la última discusión ni la fecha de nacimiento de un amor condenado al suicidio. Te cambio todo eso por un domingo viendo llover desde el sofá, por una taza de café caliente en cualquier rincón de la cama. Te cambio el frío de un hoy que no entiende de misticismos por un par de verdades sin paliativos, por aceptarte como eres, por defender que eres tú y que seguiré ahí, solo por ser quien eres. La transparencia de quien se ilusiona perdiendo hasta el alma. Porque, ¿sabes? creo que querer no tiene sentido, si no se pierde la vida en el intento.

Ayer alguien a quien quiero me dijo que la gente ya no está dispuesta a apostar por nadie, parece que cuando algo no es sencillo, nos aburre y lo cambiamos por otra historia mejor. Y no me gusta pensar que tiene razón. Pero tal vez, cabe la posibilidad, de que se nos haya olvidado cómo hacer las cosas. Es cuestión de querer. De querer seguir queriendo.



El día de hoy no se volverá a repetir
Jamás, la vida es tan corta que se va y no da para más.
O la vives o te vive. O la vives o te olvida.

lunes, 3 de agosto de 2015

Tormenta de verano

Tormenta de verano
holocausto nuclear en el balcón
cruce de caminos.
Como perder la pista que resuelve el acertijo
como la mañana de mañana
como un tú en primera persona
del pretérito imperfecto
del singular.
Hay mentiras necesarias
hay cuentos que nos ayudan a subsistir
tú no preguntaste, yo no quise oir
y así pasó la vida.
Hay historias que por inacabadas
deberían de ser leídas primero
no muera la magia antes de ver la luz.
El sabor al principio del fin
el amargo que si llega
hibernará en nuestro salón.
Así fuimos
un quiero y no puedo
un vuelo en vertical donde solo voló uno
quizá es que nadamos en corrientes equivocadas
quizá es que no era nuestro verbo
el que quisimos conjugar.
Y te caí.
Y me hundimos.



Podría pasarme la vida lamiéndome las heridas y aún no cicatrizarían. Mejor me levanto y salgo de este estéril letargo. Y vuelvo a empezar a empezar a creer que hay alguna opción de ganar. 

lunes, 27 de julio de 2015

Gracias

Hay siete millones de formas diferentes de entender la vida. Hay kilómetros, lugares, toneladas de momentos que determinarán si estás dentro o si estás fuera. A veces es tan solo una coincidencia espaciotemporal, o una larga lista de noches que van derribando un muro de hielo que, una vez en tierra, ya no vuelve a crecer. A veces no importa ni cómo hemos llegado hasta aquí ni qué hay que hacer para seguir cuidándolo, a veces no importa nada más que estar y dejarse llevar. Y cuando haya que tomar decisiones, seguro que sabremos cómo hacerlo. Porque siempre hemos sabido, porque lo llevamos dentro.

Estoy orgulloso de cada rato que escribimos juntos y de sentir que entender la vida, si es con vosotros, es jodidamente mejor. Porque las cosas solo se comprenden cuando eres tú el que las cuenta. Me alegro de poder gritarle al mundo que sois mis amigos. Hoy es el Low el que acaba. Mañana será el Sonorama. Pasado quién sabe. Pero estaremos ahí para contarlo. Vivir, viviendo siempre.

Como diría Rayden: 'Que las peores cárceles no tienen vallas y los mejores ángeles no tienen alas, pero saben volar.'

Y como diría LC 'Tan importante es saber estar como no molestar.'


domingo, 12 de julio de 2015

Puntos suspensivos

Lo malo del folio en blanco es el miedo al vacío. El temblor de lo que no llega, los espacios inertes, el horror vacui que decían los romanos. Soy alérgico al punto muerto, a la ausencia de retos, al vaivén de sinsabores. No es sano vivir sin estar sumergido en objetivos, rutinas y proyectos. Dentro y fuera del trabajo. Al fin y al cabo vivir es avanzar, y el camino solo tiene sentido si lleva hacia alguna parte.

Dicen que hay lugares y personas que nos marcan, que nos representan, donde queremos quedarnos a dormir. Se trata de esas cosas que solo se entienden cuando las vives desde dentro, que determinan tu ADN, igual que el color de ojos o el número de minutos que necesitas desde que suena el despertador hasta que aterrizas en la Tierra. A veces ni siquiera los elegimos nosotros, somos protagonistas pasivos de nuestra propia historia, nos dejamos enamorar y, es por eso, que nos marcan tanto. Enamorar, curiosa palabra. Nunca he sabido definir si realmente te enamoras de una persona o de un lugar, de una sensación. De pequeño creía que el amor era un nombre, sus ojos, su forma de tocarte. Pero la vida me enseñó que el tiempo te puede volver a enseñar esos ojos y que al cruzarte con ellos solo sientas frío. Sin embargo me sigo estremeciendo cada vez que paso por aquellos sitios prohibidos. Aunque ya no esté ella, ni siquiera esté yo. Por esa razón no sé definir lo que es el amor, pero tengo muy claro que sin él no se debería vivir.

Es entonces, cuando no encuentras ni lo uno ni lo otro, donde aparece el abismo, el vacío. La caída libre. Pero lo malo, como lo bueno, se termina. Por definición tenemos fecha de caducidad y todo lo que nos envuelve tiene el mismo sello. De repente suena la alarma y al subir la persiana te das cuenta de que si hemos llegado hasta aquí, es porque merece la pena seguir jugando. Aunque sea un rato.



Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.

Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando, al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos.

sábado, 20 de junio de 2015

Si es cuestión de creer

Dicen que la vida es cuestión de creer. Que cuando crees de verdad en algo, termina por convertirse, es curioso porque creer en que se puede creer es una inverosimilitud que convierte la vida en algo caóticamente ilusionante. Vamos por partes. Todo depende de cómo se entienda, cómo se comparta, nada es malo, bueno, real o imposible si tus ojos no lo entienden como tal. Una mente abierta y poco equipaje dicen que es lo único que hace falta para llegar lejos en la vida. Yo en lo segundo suelo perder, pero en lo primero creo. Y creo mucho en lo que creo.

Y puestos a creer, creo en las puertas abiertas, en la ausencia de vallas y verjas, en la libertad sin concertinas, documentos ni pasaportes. Creo en las oportunidades, tengan el número que tengan, porque si hay alguien dispuesto a intentarlo, debería ser un derecho natural creer en él. Creo en la rutina, en la necesidad de sentirnos necesarios, así como en las vacaciones y en el deber de ser inútiles aunque sea por unos días. Creo en la libertad de expresión, en las miradas y, especialmente, en las sonrisas. No debería haber nadie que se acostara un solo día sin haber sonreído. Creo en el humor, en quien se ríe de la vida aunque no la conozca. Creo en las personas, en la vida que queda bajo la piel, pero sobre todo por encima de ella. Creo en el sentido del amor, como diría Rayden, en sentir y dejar fluir, en no explicar ni definir, hace años que dejé de intentar ponerle nombre a las emociones. Las palabras no son más que límites que justifican una realidad que solo entiende quien la vive. Creo en el arte, la cultura, pero sobre todo creo en la música, y en que esta vida sin ella no tendría ningún sentido. Creo en quien cree en mi, pienso que estar a la altura de quien te quiere te convierte en una persona digna. No creo en los finales, nunca he sabido despedirme, de ahí que mi vida sea un cúmulo de puertas abiertas; y volvemos al principio. Creo en los principios, en los físicos y en los morales, creo que sin ellos es imposible ser alguien o, al menos, ser el alguien que quieres ser.

Pero sobre todo, y hablando de creer, creo en mi. Y sé que si tú no crees en ti, nadie más va a hacerlo. Así que ¿a qué esperas?



Voy a hacerte una canción que hable en realidad de ti voy a ser la habitación donde te miraba al dormir voy a hacer de ti solo una canción que será Madrid sin nosotros dos.

sábado, 13 de junio de 2015

Ahora

Vuelvo a los sitios donde nunca había estado. Al trastero de tus sueños en pijama, al armario donde guardamos las llaves de las promesas que no supimos cumplir. Una vez rota la palabra el silencio pesa más que las balas. Vuelvo al rincón vacío que queda entre las rocas y tu pelo dormido, al domingo de resaca y resurrección, al abrazo vacío junto al mar. A la brisa que ya no te despeina, a los días de lluvia sin paraguas ni reloj.

Ahora el tiempo no pasa tan deprisa ni las preguntas hacen el mismo daño, no quedan explicaciones que dar y posiblemente ya a nadie le interesen. Hoy ya no importa ser uno mismo, hoy no se si es error, olvido, o exceso de ambos. Hoy ya no recordarás que una vez creímos que tocar el cielo con la punta de los dedos no era más que la rutina de un mañana que no supimos coser. Ahora el silencio habla por los dos y el espacio se convertirá en tiempo que disfrazará de excusas las mentiras para hacer de este mundo un lugar más sencillo en el que quedarse.

Ahora ya no flotas y yo no vuelo, ahora vuelvo sin excusas, ahora ya nadie pregunta cómo estamos porque el presente de indicativo ha dejado de indicar nada en números plurales. Ahora solo silencio y mañana, mañana ya se verá.



No sé si es un error repetir canción. Pero creo que es un lujo escuchar a Quique cuando necesitas que alguien derribe tus paredes de ladrillo, y más si la el truco de magia se llama Rompeolas.

Y ahora ya no puedo prestarte mi abrigo 
ni quitarte la ropa, ni sudar contigo 
ni perder la calma, ni decirte las cosas 
que nunca te he dicho 
Y ahora ya no puedo prestarte mis alas

sábado, 6 de junio de 2015

Odio

Le odiaba. Le odiaba como probablemente no hubiese llegado a odiar antes. Y no hablamos de odio disfrazado de sinónimo de amor barato, hablamos de odio de verdad, del que brama a borbotones por los poros de la piel. Odio como el que se tiene a la oportunidad que no llega, a la entrevista para la que nunca te llegan a llamar. Como a la parada del bus que te saltas sin querer, como al café que te quema cuando todavía dormido no aciertas a abrir del todo los ojos. Odio como a la primera gota de lluvia que te moja la cara, como al primer trago de la copa, como a la arena entre los dedos. Le odiaba como si perderla hubiese sido la antesala del ostracismo, un pasillo de atardeceres donde ya se ha puesto el sol, un porqué sin tilde, un gerundio en tiempo muerto.

lunes, 1 de junio de 2015

Ser y estar

La diferencia entre ser y estar es que no aprendemos a estar sin haber sido primero. Primero fue el huevo y después la gallina. Pero, ¿y quién puso el huevo allí? Siempre hay una parte de nosotros que ya estaba antes de haber llegado. Que nos esperaba sin ser consciente de que acabaría siendo el todo. La planta que antes fue semilla, la semilla que germinó sin saber que ya era vida antes de intentar serlo. Ahora no eres más que silencio pero ¿sabes? un día fuiste ruido, y antes de eso fuiste música. Y antes, mucho antes, ya eras viento que silbaba sin quererlo.

Lo bueno es que ahora ya somos algo inconscientes de que mañana estaremos. Lo mejor de todo es que creceremos ajenos a la idea de que hoy ya somos semillas.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Delirios de Robin Hood



Pasan los años y no es efímera la sombra. Pasa el tiempo y no mueren los recuerdos. Curioso, ¿no? a veces algo está más presente cuando ya se ha ido. No tenernos es lo que nos convierte en débiles sin darnos cuenta de que cada día que nos tenemos es un puñetero milagro que no valoramos. Como si hubiera perdido el norte el timón cuando el capitán abandona el barco. Pasa otro año desde que no estás. Otros trescientos sesenta y cinco días de lluvia en alta mar. De repente llegó el invierno y quedó vacía la playa con el submarino hundido que me vendías cuando no alcanzaba a saber estar solo y tú eras ese todo que llenaba mis huecos. Llegó a casa la expedición de la nave espacial que salía de una caja de herramientas antigua. Como cada una de tus absurdas historias que llenaban de color los días grises. Hoy pasa otro año en este recital de días inacabados y bailes de máscaras. Otro más y tú, joder, tú sigues estando sin estar.



Siempre tenía un plan, hablaba de escapar 
Robando un barco del puerto. 
Si le hubiera dejado hubiera reventado 
La caja fuerte de un banco 
Creyendo en delirios de Robín Hood.


jueves, 14 de mayo de 2015

Lo poco que sé de la vida

Lo poco que sé de la vida lo aprendí a mitad de camino entre el andén de una estación, siempre de tren, y el culo de un vaso. En uno aprendí a creer y en el otro a deshacerlo. Al fin y al cabo la vida es poco más que eso.

Entre lo poco que sé te puedo contar que cuesta menos construir que reconstruir, mientras que desmontar a veces es más complejo de lo que se cuenta. Aprendí que la vida siempre da segundas oportunidades, aunque nunca son iguales que la primera. A veces son mejores. Aprendí que hay curvas que solo se pueden cruzar estando solo, mientras que a las rectas todo el mundo se apunta. Aprendí también que a veces es necesario perderse para volver a encontrarse, aunque perderse implique no salir de la propia habitación. Aprendí que es más sencillo huir que agarrarse, pero es que al final huir no deja de ser otra forma de seguir avanzando.

Entre lo poco que sé te puedo contar que tengo hermanos que no nacieron de la misma sangre pero sí que viven mi misma vida. Aprendí a enamorarme entre los versos de Robe y a olvidar perdido en los de Quique. Aunque lo segundo siempre me costó más. Aprendí la diferencia entre morir y desaparecer, que parecen sinónimos pero el primero es mucho más cruel. Aprendí también que el mejor recuerdo es el que ya no vuelve, y que a veces no va más allá de una tarde en un banco. Aprendí que las personas vienen y van, pero quien más necesitaba ya no volvió. Aprendí a correr solo, a no llorar, a no morir por amor y a morir en cada mirada. Aprendí a detener el espacio pero nunca el tiempo, no supe darle fechas ni nombres a la vida pero el primer olor nunca se olvida. Ni todos los siguientes.

Aprendí a perder, que no es poco. Pero de todo eso, y todo lo que se me ha olvidado, solo me quedo con saber que es absolutamente necesario irse a la cama cada día sabiendo que si mañana el sol no llega a salir, llegar hasta aquí ya habrá valido la pena.



Piruetas de altos vuelos 
Caminillo en espiral 
Cuando se llega a la cima 
Ya no hay tiempo pa cambiar 
Sal y saca pecho 
Recoge las hamacas 
Ha venido el coco a verme 
Tocando las maracas

miércoles, 6 de mayo de 2015

Te debía una explicación

Hace meses que te debía una explicación, que te debía una historia. Hace meses que me había olvidado de ti, que había dejado de buscarte en los rincones, que había dejado de hacerte crecer por hacerlo de forma equivocada. Hace meses que no te he cuidado y, aun así, sigues estando cuando la niebla desaparece. Aunque resulta necesario olvidarnos de nosotros mismos por un tiempo, creo que la noche no termina del todo hasta que nos reencontramos.

Hoy me vuelvo a sentar ante ti y ese espejo cómplice de cada derrota, la ventana que se abre hacia afuera porque mira adentro, hoy tengo ganas de volver a nacer. Y es que, ¿qué es la vida sino una continua forma de morir y reinventarse? No tendría sentido si no fuéramos capaces de levantar la cabeza tras cada curva, de convertir cada error en recuerdo y buscarnos tantas veces que la lista de caídas sea más larga que la de la compra un 2 de mes. Hoy vuelve a salir el sol como el primer día, vuelve a ser nuevo y brilla diferente. Hoy el manual de instrucciones para no caer incluye una nueva letra pequeña, hoy nos volvemos a reinventar y, ¡joder, qué bien que sigamos haciéndolo!

Hoy te prometo que no volveré a olvidarte, que no caeré, que no dejaré de descuidarte. Sé que es mentira, sé que no lo cumpliré, pero tú volverás a entenderlo. Estoy convencido.


No será el glamour de nuestros peinados 
Lo que conquistará el mundo, 
Pero ahí estaremos dispuestas a buscar nuestro trozo de pastel. 
Y oye, que nadie va a ganarnos a salvajes, 
Será una caravana en el desierto. 
Y saldrá de nuestra flaqueza, energía que no teníamos.

jueves, 19 de marzo de 2015

Manual de supervivencia

Hoy te voy a escribir a ti, a la cara B del disco que nunca dejará de sonar, al otro en el espejo, al que mira sin hablar. Hoy te escribo a ti que eres el único que siempre seguirá ahí.

Te voy a proponer el camino más sencillo para escapar del laberinto, para llegar a ser sin dejar de haber sido. Comienza con no dar de más cuando recibes de menos, con no regalar lo que no se merece, con no ser menos de lo que fuimos, aunque el tiempo pese y los caminos parezcan borrarse. No te vendas a bajo precio, aunque no sea fácil estar a la altura de uno mismo. Reinvéntate cada mañana y cose los amaneceres de primavera al álbum de tu vida, nunca sabes cuando puede terminar ese increíble recital de perfecciones que son las mañanas cuando el invierno ha muerto. Da las gracias, pide perdón, rebaja tu soberbia pero que nunca muera tu orgullo. Quiérete sin medida, al final somos lo que creemos ser, lo demás es ficción. Lee, duerme, viaja más, conduce. No hagas caso a quien no te crea, no corras cuando no quede carretera. No mueras de amor, nadie muere de eso, no taches historias en un calendario, ni siquiera días, deja que sumen, haz que todo cuente. Y por último, antes de irte, encárgate de que sientan que la vida sin ti no habría sido lo mismo.

¿Sabes? No deberías olvidar que desde que tus padres se conocen, hasta el momento en el que lees esto, han pasado una infinita cantidad de casualidades a las que no deberías subestimar. No te olvides que es obligatorio estar a la altura de lo que alguien soñó que acabarías siendo la noche en que la magia se hizo vida.

Dedicado a ti que te fuiste, que hace tanto que dejaste de estar, pero siempre seguirás corriendo por mis venas. Feliz 19 de marzo.



So let me go
I don't wanna be your hero
I don't wanna be a big man
I just wanna fight like everyone else

domingo, 15 de marzo de 2015

Tal y como te encontré

Tiene miedo de la oscuridad. Se asusta con el chirriar de un 'para siempre' y suele esconderse donde nadie le oiga entrar. Odia las puertas cerradas porque le producen inseguridad. Lleva años protegiéndose de lo que nunca llegó a ser, ha aprendido tantas formas de actuar que ya casi no recuerda cuál era la natural. Se levanta cada mañana antes que el sol y derrocha sonrisas sin saber que se pueden gastar. Tiene miedo del escenario vacío, del ruido. Se sigue buscando pero nunca da con las preguntas adecuadas. Sus ojos no saben mentir aunque lo intenta, se sabe herido pero ya no quiere huir. No es el momento de decir que 'no', todavía tiene el tiempo a su favor.



Háblame de la ilusión que te quité
de las cosas que no te he dejado hacer.
Cada vez no puede ser,
cada vez no puede ser la única vez.

sábado, 21 de febrero de 2015

Adictos

Tenían un verso que no aprendió a rimar, un álbum de mechas que nunca llegaron a prender y la última sílaba de la palabra que se queda muda cuando el beso corta la frase. Eran un principio de física no formulado, la última noche antes de perder la cordura, el ibuprofeno de las cuatro de la mañana. Eran un techo en blanco y una mirada fija, las coordenadas de un naufragio, el secreto del antes cosido con las grapas del después. El reloj que solo arranca cuando cierras el pasado, cuando se dan cuenta de que no llegarían a ser si seguían viviendo de lo que fueron.

Pero no dejaron que nadie salvara sus vidas. Se fue el invierno, y las sombras, y el gris. Se derritió la nieve, arrancó el tren, murió la desidia y a su entierro solo fueron los clavos del ataud. A veces solo el paso del tiempo cura las heridas. A veces, y solo a veces, las miradas expresan más que las palabras. Y se hicieron adictos. A la primavera, a sus ojos, a la vida.



Aquí todos me entienden
menos yo.
¿Y qué le voy a hacer
si es una explosión
que sale de tu voz
directa al corazón?

lunes, 2 de febrero de 2015

Era

Era como la piel de gallina bajo el abrigo de febrero. Era vértigo bajando de una montaña rusa, a toda velocidad entre pulsaciones febriles. Era silencio. Era esa gota de aceite que resbala de la tostada de un lunes, el azúcar que engaña a la cuchara y cae fuera del café. Era miedo y deseo, una película francesa, un cruce de caminos. Era esa palabra que no esperas en voz alta, sin querer, sin pensarla. Era una de Sabina sonando de fondo mientras Madrid se apaga bajo la lluvia de abril. Era martes y domingo, era un otoño sin hojas secas,  una Navidad a mitad de agosto. Era lo más grande que puedas imaginar y, aun así, se cansó de ser.

martes, 27 de enero de 2015

Miedo

Te cambio mis miedos por la huella de tus dedos. Te vendo un billete de ida a la quinta luna de Júpiter, un pasaje de ventanilla y consumición ilimitada en cafetería, con guardamaletas y hasta película para el camino, a elegir, sin subtítulos. Quémate sin miedo, las heridas cicatrizan mejor con la luz apagada. Pide café, para dos, sin azúcar. Saborea cada sorbo como si no lo hubieras probado antes. No importa las veces ni el lugar, que resbale por tu garganta y muera en tus venas como si no hubieras estado aquí nunca antes, como si el pretérito imperfecto no fuera contigo. Déjate morir con el último rayo de cada sol, reinvéntate con él cada mañana. Pégame cuando no sepa qué contestar, grítame fuerte, no me voy a romper. Salta, corre, vuela. Llegaste con las alas puestas, no dejes que nadie te las arranque jamás. Róbame el aliento, asústame. Te cambio mis miedos por la huella de tus dedos.

domingo, 11 de enero de 2015

A veces

A veces el vacío. A veces un punto muerto que, soltero de vida, acaba enamorado de la contradicción y el hastío. A veces un vuelo que nunca termina de despegar, una primavera devastada por tus incendios, una marcha atrás que sucumbe al presente. Una fiera dormida que se enamora de su cautiverio, una huella desdibujada del verano y tu playa que se vuelve a vaciar. A veces el silencio.

domingo, 4 de enero de 2015

No sabe quién es



Se pierde entre sus calles y ya no sabe quién es. La hoja que la lluvia humedece y el viento acorrala, lejos de su árbol ha perdido el norte, y sin él, la vida. Los pasos ya no escapan por la comusira de sus aceras y los 'te quieros' a precio de saldo han desbordado su bandeja de entrada. No sabe si llegó muy pronto y ya es demasiado tarde, o si nunca debió dejar de llegar. Pero nada es igual cuando se repite la escena. Es jodido echar de menos lo que nunca llegaste a ser de verdad, piensa. Y se relame sus heridas, mientras no sabe si quema más reencontrarse con lo que tuvo, o con lo que nunca llegó a tener.




-Intento escribir pero la imaginación rehuye las ganas. Creatividad y don en un cuerpo a cuerpo que muere antes de sonar el 'gong'. Era más fácil cuando había algo que gritar, supongo. Supongo también que cada vez me cuesta más ver el reflejo en el cristal empañado. Aquel que guardaba el plan de huída, los pasillos al éxito, la llave maestra de todas las sonrisas. A veces tengo miedo de que cuando olvidas el truco, muera la magia.