domingo, 11 de octubre de 2015

Compleja la vida

Reconozco que todavía no he superado que te marcharas. ¿O quizás se trataba de olvidarte? ¿Es posible olvidar a quien un día estuvo? Se difuminará, se irá desdibujando con el paso de las hojas del calendario, pero hay un 'cómo' que nunca muere del todo. O, al menos, no debería hacerlo. Recuerdo tus inviernos y me recuerdo en ellos, es curioso porque nunca termino de entender si lo que busco en la nostalgia es el quién, el dónde o el yo. A veces pienso que simplemente echamos de menos una versión de nosotros que nos agrada más, que nos parece más cálida. Supongo, por tanto, que la función de las personas en nuestra vida es sencillamente la de hacernos sentir bien, la de exaltar nuestra mejor versión. Nosotros, por consiguiente, elegimos quedarnos al lado de quien mejor nos hace sentir. Del mismo modo, nosotros somos espoleadores de aquellos con quienes compartimos un trocito de este mundo. Involuntariamente, cuando llegamos a un corazón ajeno, tenemos la función de hacerlo vibrar, pero no para nosotros, sino para que sea él quien crezca. Complejo, ¿verdad? Dicen que la felicidad consiste en no tomarse las cosas demasiado en serio. Pero yo creo que la vida es algo tan extraordinariamente perfecto que no soy quién para subestimarla.



Las cuatro patas de mi cama 
pueden llegar a soportar toneladas de bipolaridad

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