miércoles, 20 de febrero de 2013

Una y otra vez.

¿Te has preguntado cuál es el precio de un recuerdo?

Buscamos con vehemencia despertar esa llama que arde cuando tocamos el cielo. Necesitamos sentir ese vuelco en el estómago que sólo producen algunas personas y algunos lugares, y ese efecto hipnótico que causan en nuestro sistema nervioso. Millones de neuronas colapsando en una orgía de sensaciones que únicamente se puede describir con una imagen. Esa imagen que queda grabada en la mente y nos hace enloquecer.

Una mano que se desliza por debajo de la sábana, una mirada que se cruza en el espejo, una palabra inesperada, un abrazo sincero, una caricia nerviosa, un hasta mañana que esconde significados tan incontenibles como efímeros. La huella que pintamos en alguien es a la vez juez y verdugo del resto de sus días. El inconsciente es un arma que juega a traición y nos obliga a comparar cada paso que damos con aquellos que han marcado nuestro ayer. Y es solo cuando ya lo hemos vivido, cuando somos conscientes de su inmortalidad.

Una sola vida nunca es tiempo suficiente para olvidar y, aunque nos cansemos de intentar evitarlo, somos víctimas de nuestros recuerdos y protagonistas de esa película que vamos a ver día tras día cuando cerremos los ojos.

Cuida tus pisadas, tal vez cueste demasiado borrarlas.



Siempre estuvo tras de mí
y no la quise ver,
se fue como escondida reptando la pared.
El tiempo pasará y nunca olvidaré
las cosas que decíamos que íbamos a hacer.
Alguna vez.

jueves, 14 de febrero de 2013

Blanco.

Ya no tenía sentido si ya nada era igual. Resultaba ilógico quizás mantener un blog que estaba impregnado de pasado. Tal vez no sean las formas ni el color los que envuelven y dan vida a las palabras, pero si mi mundo ha dejado de ser el que era, lo más sensato era que mi blog también se reinventara. No sé la vida que le quedará, ni siquiera imagino lo lejos que pueda seguir llegando una imaginación ya cansada de desnudar verdades en forma de palabras; aun así hoy quiero dibujar y el blanco es el elegido.

Para ser más sincero, debo confesar que ya no me pesan los recuerdos como antes. Tal vez por mí, o quién sabe si por los demás, hoy empiezo a reencontrar a ese yo que tenía casi olvidado. Ese yo que no bebía los vientos por nadie y que se dejaba querer sin llegar a pensar demasiado. Esa sensación de autonomía ingrata pero dulce, ese no me esperes que llegaré tarde.



De caminar a oscuras por calles heladas hasta el amanecer,
te quedó una larga historia, una vida rota y todo por hacer.
¿Y qué les vas a decir cuándo te señalen y hablen de ti?
Joder, que puta es la vida, que difícil la huída,
voy a ir a Madrid

martes, 5 de febrero de 2013

Mañana sin mañanas.


Quiero sentir esa sensación de vértigo ingrávido al saltar desde las pupilas de allí donde nadie mira.

Quiero caminar sin preocupaciones entre calles que se pierden absorbidas por el ruido y sus secuelas. Cerrar los ojos y sentir el calor del amanecer en un acantilado. Desayunar café y tostadas en el restaurante de un pequeño hotel a las afueras de una ciudad sin nombre. Quiero nadar entre peces de colores que ignoren si existe el peligro más allá de sus azules aguas. Salir a correr por parques que anhelan recuerdos. Sentarme a ver la vida pasar en ciudades deslumbrantes y dejarme evadir por sus prisas y rutinas. Quiero bajar de un tren en una estación que no sepa mi nombre y me deje ser uno más entre sus agitadas miradas. Quiero dejar mi huella lejos de aquí, donde ni siquiera sea capaz de recordar el camino de vuelta.

La vida es un viaje demasiado corto para dormirlo en una sola cama.



Amores imposibles
carámbanos de hielo en la nariz
ciudades deslumbrantes
que nunca te parecen lo que son.