martes, 5 de febrero de 2013

Mañana sin mañanas.


Quiero sentir esa sensación de vértigo ingrávido al saltar desde las pupilas de allí donde nadie mira.

Quiero caminar sin preocupaciones entre calles que se pierden absorbidas por el ruido y sus secuelas. Cerrar los ojos y sentir el calor del amanecer en un acantilado. Desayunar café y tostadas en el restaurante de un pequeño hotel a las afueras de una ciudad sin nombre. Quiero nadar entre peces de colores que ignoren si existe el peligro más allá de sus azules aguas. Salir a correr por parques que anhelan recuerdos. Sentarme a ver la vida pasar en ciudades deslumbrantes y dejarme evadir por sus prisas y rutinas. Quiero bajar de un tren en una estación que no sepa mi nombre y me deje ser uno más entre sus agitadas miradas. Quiero dejar mi huella lejos de aquí, donde ni siquiera sea capaz de recordar el camino de vuelta.

La vida es un viaje demasiado corto para dormirlo en una sola cama.



Amores imposibles
carámbanos de hielo en la nariz
ciudades deslumbrantes
que nunca te parecen lo que son.

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