martes, 31 de enero de 2012

Miedo

Miedo, del latín metus, perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.

Tan antiguo como el ser humano, tan humano como la propia vida. Llave y solución a los problemas más ancestrales y culpable de los grandes errores de la historia. El arma más mortífera que existe, el clavo que sostiene el día a día de una sociedad que camina hacia su propia desaparición. Cada paso, cada giro, cada movimiento va impregnado de su esencia. Todo es mucho más sencillo si el miedo juega de tu lado.

Miedo a lo desconocido. Miedo de sufrir. Miedo de no estar a la altura, miedo al error. Miedo de llorar. Miedo al olvido, o lo que es peor, miedo a no olvidar nunca. Miedo a salir, miedo a entrar. Miedo de partir. Miedo a mirar atrás. Miedo a uno mismo, miedo a la sinceridad del espejo. Miedo a ver el sol cuando escuece, y miedo a no volver a verlo.

Musa y verdugo. Consejero de noche junto a la almohada, el peor de los enemigos. Nos gusta jugar, creer que dominamos esa sensación, sentir como se crea y se desvanece tan sutilmente que solo las pulsaciones son capaces de entenderlo. Lo buscamos inconscientemente porque nos frenetiza la vida y huímos de él cuando lo sentimos cerca. Hoy tengo miedo, miedo a no ser yo, miedo a que mañana no sea mañana, mi mañana.

Miedo
de quererte sin quererlo
de encontrarte de repente
de no verte nunca más.

viernes, 27 de enero de 2012

Si solo queda esperar, se espera.

Cuando ya suenan lejanas las notas de aquella canción, únicamente en mi cabeza. Miras alrededor y te maldices sabiendo que no hay vuelta atrás. El viento enrojece tus mejillas y te hace tiritar de frío, ¿pero solo es frío? No, son mañanas, tardes y noches de abrigo, de la tenue luz de casa, esa sensación de que todo está controlado, esa calma casi perfecta que da sentido a la inconsciencia.

Tu condición de persona fuerte y decidida no te permite dudar, quien algo quiere algo le cuesta reza un principio que te has grabado a fuego en la piel. Un fuego que quema, uno de esos que no terminan de apagarse. Maldito sea el tiempo, sus caprichos susceptibles y su melancólica realidad. Maldita sea cada hoja de ese calendario que una vez en el suelo muere, se desvanece. Maldito seas tú y tu ingenua manera de creer en imposibles. Maldito sea el espejo, ese reflejo que te ha visto crecer y escupe realidades cada mañana.

Pero hay algo, una sombra, una mueca, un sonido, una luz, una constante que se repite y te hace pensar. Te desmonta la conciencia y tira por tierra la consistencia de cada recuerdo. Una realidad se viste de presentes y hoy eres tú el que conduce ese coche de madrugada, el que llega cansado a casa, el que cambia de canal para ver el telediario, el que prepara ese café que tanto te gustaba oler, el que desayuna con prisas, el que pone la hora al despertador. Hoy eres tú quien lucha por conseguir esa destreza que te permite soñar tranquilo. Hoy los ojos se posan sobre ti esperando algo grande y ya no quedan excusas, no hay trampas, ya no son suficientes los principios sin finales. La vida ahora es tuya, es caprichosa y vulnerable, es fría y consecuente. Es simplemente vida.

Ya hace algunos siglos que he empezado a sospechar
que he caído sin quererlo en tu gravedad.
Es como si andara siempre en espiral,
cuando encuentro una salida, tú apareces.

Así que alégrate, lo has conseguido,
los días sin ti serán precipicios,
no hay manera humana de escapar.


miércoles, 4 de enero de 2012

Otro más, y ya van dos mil doce.

Cuentan que el uno de enero es el comienzo de todo, el reloj vuelve a empezar la cuenta atrás, los días, meses y estaciones se preparan para volver a nacer. El carnaval, la semana santa, el sabor de la primavera que precede a las hogueras, los siempre dulces julio y agosto, seguidos del melancólico otoño y los madrugones invernales que dan paso a la navidad; uno a uno se van sucediendo con impasible calma y velocidad pasmosa todas y cada una de las cosas que han de pasar cada año. Son ajenas e independientes al curso de nuestras vidas, siempre seguirá sumando segundos la aguja del reloj, porque su mecanismo no entiende de personas ni situaciones, no atiende a motivos ni explicaciones.

En estas fechas me estremece pensar la maravillosa facilidad que tiene el mundo para no inmutarse, para permanecer impenetrable e indiferente al devenir de nuestras mentes. No importa quien quede ni quien se vaya; doce uvas o lentejas; la Roma de Julio César, la Jerusalén del año 0 o la maltrecha España de hoy; lo mismo da el dinero que tengas en el bolsillo que las ilusiones que hayan caído por el camino; el tiempo nunca se va a detener, la vida permanecerá como siempre ha existido: nunca dejará de latir ese corazón que llamamos mundo.

Hoy quiero brindar por ese bostezo mañanero de lunes insufrible; por esa sonrisa cuando el calendario pinta de viernes el sonido del despertador; por ese minutito que robamos al sueño imaginando vidas que nunca tendremos; por ese olor a café y tostadas; por cada 'buenos días', por cada 'hasta mañana'; por esa ducha refrescante de agosto y ese edredón de diciembre; por ti, porque conviertes mi vida en argumentos para seguir; por mí, porque por más años que pasen no me canso de luchar por lo que quiero y lo que soy. Hoy quiero brindar por el mundo, por nuestro mundo, ese que construimos cada uno y es que, a pesar de todo, sigue siendo el mejor lugar para vivir.

Feliz 2012!

El año empieza con una canción que nos ha hecho fuertes, una frase que gritamos al cielo, la mejor despedida que se pueda soñar.



Y yo que no puedo estar sin ti,
no he encontrado la manera de que no tengas que morir.
Si te quedas quieta ahí,
yo te grabo en mi cabeza cuando no paras de reír.

No está demostrado que el Sol se quede fijo ahí,
ni que la luna y las estrellas vayan a estar
para que las puedas tú mirar.

A mí me gustaría que vivamos para siempre
y que seamos... ¡JÓVENES ETERNAMENTE!!!