sábado, 7 de abril de 2012

Aquella eterna sonrisa.




Cuando llego a casa la nostalgia supura por cada poro de mi cuerpo y aquel adiós se transforma en sonrisas llenas de quizás.

Tal vez no haga tanto tiempo de aquellos días llenos de signifiado y miradas, de aquellas noches de zozobra e ironía vertidas al cubo de las horas muertas. Las pisadas queman cada vez que giras la cabeza y sientes el temblor de unas piernas que nunca están de acuerdo con lo que la cabeza decide. Corazón e ilusión se han agotado de debatir historias absurdas que nunca acaban bien.
Nos ha tocado levantarnos cada mañana sabiendo que ya no volverán los minutos que perdimos y morimos en esfuerzos inútiles que convierten segunderos malditos en preguntas a un viento que se ha cansado de responder.

Hoy me cuesta encontrarme a mí mismo al otro lado de ese espejo. Cierro los ojos y ya retumban lejos los ecos de aquellos sueños prometedores. La esencia de la vida que perdimos en cada esquina que giramos va desgastando esa cuerda de la que pendemos ajenos a todo lo que pasa allí afuera. Hoy necesito marcar un antes y un después. Hoy necesito que mañana sea una forma de bailar con mis propios recuerdos y sacar a flote lo único que queda de esa llama que se me apaga cada vez que cierro los ojos.

Es un ultimátum, y tengo ganas de recuperar mi vida, gritarle a la lluvia y tirar el paraguas. Tengo ganas de sentir que la fuerza sigue latiendo y que todavía quedan sonrisas que robar y silencios que romper. Todo habrá valido la pena pese a que salga mal, aunque solo sea por lo que nos hace vibrar mientras lo vivimos.

En mentiras creemos
nos limitamos a pensar que somos buenos
nunca nos preguntamos
solo hablamos, reímos y a veces lloramos

Cuando nos conocemos
empezamos a pensar lo que esta pasando
y miramos mas lejos
y miramos donde nunca habíamos mirado.

Se nos hace corto el tiempo
cada vez que el corazón se embala
se nos pasa la vida entera
buscando aquella eterna mirada.