sábado, 29 de diciembre de 2012

Dos mil doce.

Diciembre toca a su fin. Cuesta sentarse aquí después de todo. No es sencillo reecontrarse con uno mismo trescientos sesenta y cinco días después, mirarte a la cara y suspirar sabiendo que un año da para mucho, que el camino es muy largo, pero cuando puedes casi acariciar su final, sientes que estás mucho más perdido que al principio.

Te pueden alegrar el día con palabras vacías. Pueden limpiar cada lágrima con muestras de que todo tiene sentido, de que no son un error el aquí y el ahora. Sabes que tienes un papel en todo esto y te hace sentir bien esa sensación hipócrita de equilibrio superfluo que te has inventado para no volver la vista atrás. Pero no. En el fondo, donde se baña tu conciencia a medias con tus emociones, sabes que algo no ha ido bien. Sientes que el año ha sido un fracaso y por más que duela, todo ha salido peor de lo que esperabas. Tu proyecto de vida se ha caído como un castillo de naipes y te has fallado a ti mismo. El único fallo imperdonable. Allí donde no tienen cabida ni juez ni verdugo, allí donde solo queda tu ilusión desnuda.

Hoy ya no tiemblas con el invierno madrileño. Hoy ya no duermes acompañado de quien te hacía creer. Ya no están tus alumnos cada lunes con sus historias del fin de semana. No queda rastro de los entrenamientos de cada viernes, ni de esos viajes a casa una vez al mes. Ya no salen trenes en esos andenes que conoces de memoria. Hoy la vida es distancia y tuviste que aparcar los sueños para más adelante. Para cuando esté permitido soñar.

Entonces respiras. Levantas la cabeza y miras a tu alrededor. Suena una canción que te recuerda a algo, no sabes bien a qué. Se te eriza la piel y comienzas a sentir. Cierras los ojos y te dejas llevar. Ya te acuerdas a qué suena. Suena a ti. Suena a esa persona que estaba antes y después de cada proyecto. A esa mirada que envolvía cada paso que dabas. Suena a despertarse con sueño, porque aunque te gusta madrugar, eres incapaz de sonreir hasta pasadas las 10. Suena a paseos en coche con la música alta. Suena a discusiones arreglando un mundo que no nos pertenece. Suena a sonrisas a destiempo. Suena a esas personas que siempre han estado ahí con un abrazo en los peores momentos. Suena a aquellos que apuestan por ti cuando nadie lo espera. Suena a cada mirada de ilusión que has despertado y a cada broma que se escapa al entendimiento.

Te das cuenta de que hoy, pasen los años que pasen, y nos caigamos tantas veces como haga falta, nadie sabe vivir una vida como lo haces tú, y cada fracaso es un hilo del que tirar para seguir creciendo. La vida gira como una noria burlona, indistintamente de lo que pase en tu mente. Las etapas se suceden sin tregua y si dudas, se te escapa la partida. Hoy te das cuenta de que por cada lágrima que has perdido, te has reencontrado con alguien que te ha hecho sonreir. Alguien que te ha dado un motivo para creer.

Y es entonces, justo en ese momento, cuando descubres que el mundo no se rige por fracasos, por golpes ni por lágrimas. El mundo se mueve por ilusiones. Y créeme si te digo que tengo un cajón lleno de ellas para seguir creciendo.

Feliz dos mil trece.




Solo una canción así está a la altura de despedir un año. Maestro Sabina.

Este adiós, no maquilla un "hasta luego",
este nunca, no esconde un "ojalá",
estas cenizas, no juegan con fuego,
este ciego, no mira para atrás.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Anticiclón.

Un paso detrás del otro. Un camino que no tiene final ya que nadie ha sido capaz todavía de dibujarlo. La simple idea de adivinar un mañana te hace temblar y es normal, quien a nadie pertenece, nadie le espera.

Encuentras argumentos para sostener una historia detrás de cada puerta y juegas a ver como se difumina el tiempo entre los dedos. Es hipnótica tu manera de tratar la realidad sin saber distinguir entre un parasiempre y un ojalá. Tal vez no sean las mentiras sino ese cosquilleo que despiertan cuando penden de un hilo. Tal vez la meta no sea una sonrisa sino el placer de verla brotar.

A veces te acuestas a ver desfilar las emociones una a una ante tus ojos. A degustar el amargo sabor de lo que nunca ha sido, vestido de pequeños sorbos de quizás. Tal vez otra vida, tal vez en otro mundo, pero son tantas las cosas que no has sentido que todavía huele a decepción cada pliegue de tu ropa.

La vida es la continua revancha de esa partida que perdimos al principio, de ese primer golpe que no supimos encajar.



Será sólo nuestra canción, canción de
Navidad que nos arrastra.

Aunque la toqué no se estropeó,
sonaba igual que tú, sonaba alegre.
Lo que te robé, lo que nos cambió,
siempre sigue ahí como un incendio.

Será como un anticiclón la pura
realidad que nos atrapa.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Hoy por ayer.

Y a veces me doy cuenta de que la vida es realmente ese tiempo que pasa mientras intentamos darnos cuenta de lo que realmente somos y asumir cuál es nuestro lugar. Justo cuando creemos que lo hemos conseguido, el equilibrio se rompe de nuevo y todo vuelve a empezar.

Saber quién soy y aceptar las consecuencias es a veces más difícil que la propia realidad. Todo lo que empieza termina por su propia inercia y no por ello es menos seductor. Todavía quedan palabras llenas de vida y rincones que no imaginas. Todavía quedan despertares y miradas por conquistar. La sencilla ecuación del hoy por ayer.



Ahora da igual seguir, parar, pasar de largo
Coleccionar retratos que viví
Emocional, sentida en un impacto
La vida es un extracto que perdí.

Alegría de tus manos lentas
Son expertas en coches robados
Yo que intenté borrar todas mis huellas
Por no correr detrás de mi pasado.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Ni las intenciones.

Cuando la letra de una canción y su videoclip, que es casi más bien un cortometraje, dicen todo lo que puedas expresar tú con cientos de palabras. Solo queda hacerse a un lado y dejar que hablen por ti las notas musicales.
Sencillamente magistral.



Y de todo lo que me dijiste cuando
te bajaste de aquel autobús temblado
ya no quedan ni las intenciones.
Solo restos de palabras, letras,
una mano que se aparta cuando
nota el inminente roce de la mía,
otro puto beso en la mejilla.
Me declaro incompatible con tu vida.

Si después de todas esas caras largas
nada pudo hacer tu risa contra el viento
y todo cayó con el huracán,
solo quedara quemar
las ultimas ruinas de nuestra vida.
Se consumirán sin mas.


Cada vez me das porciones más pequeñas.
Insignificantes trozos de tus días.
Me conformo solo con mirarlos
o esconderlos en el fondo de un armario.
Me pregunto cuánto tiempo necesita
uno para olvidarse del otro,
bastará con unas cuantas vidas,
creo que es más que suficiente la medida.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Partida perdida.


Los días pasan y se van tachando números en un calendario infinito que nunca sabes si va hacia adelante o hacia atrás. Creo que siempre se me ha dado mejor despertar una sonrisa en alguien que la busca, que dibujarmela a mí mismo. Cuando miras hacia adentro y apenas hay motivos para seguir, las mañanas son más crueles, sin embargo son las noches las que te hacen sentir una mezcla entre nostalgia y nada.

No voy a contarte todas esas cosas que se han quedado atrás porque ya de poco valen. Voy a esperar a que sea el tiempo quien nos ponga en nuestro sitio porque creo que si le pongo nombre a esa vida nuestra que acaba de morir, no sería posible acertar nunca.
Dicen que una persona es siempre víctima de sus palabras, y son las únicas que marcarán el destino de cada uno. Hoy tus palabran tienen un precio demasiado caro que espero ser capaz de pagar y olvidar algún día.