Me agobia el paso del tiempo. Me enamoran los puntos muertos, las idas y venidas, los vaivenes y curvas. Me ansía la prisa y el destiempo, el llegar tarde, el no llegar. Me entristece perder, las ganas, las personas, las partidas, el tiempo, la vida. Me aterra que las miradas no se vuelvan a cruzar, que las manos no se toquen, que no quede tiempo para una última vez. Odio las sillas vacías, los espacios en blanco. Adoro la Navidad pero lleva implícito el paso del tiempo, y creo que jamás aprenderé a soportarlo.
Dicen que somos lo que los demás valoran de nosotros. El recuerdo que dejamos. La esencia que solo se entiende como parte de un todo. Soy porque somos. Quizás es diciembre, arrancar la última hoja del calendario, pero cada vez que llega me matan las ganas de gritarle al mundo que lo único que necesito es tiempo. Para dedicarlo a todas esas personas que me hacen ser. Para dedicarlo a vivir.
Edades que se van, como el vaho en el cristal
No tengo valor para volver ni para seguir, ni de fingir
Pido tiempo muerto y suerte