domingo, 28 de febrero de 2010

Domingo.

Resfriado, casi sin fuerzas, muerto de sueño, pero contento. El fin de semana me deja maltrecho, sin descansar y sin las pilas preparadas para empezar toda una dura semana. Pero eso sí, ha valido la pena. Sin un ratito para descansar en dos dias y medio pero con un montón de buenas cosas por hacer. El domingo culmina una buena semana que, en sensaciones generales ha satisfecho mis necesidades. Con él termina mi semana de escribir día a día y ciertamente, me ha gustado, es una divertida forma de expresar mis desahogos diarios y de evadirme un poquito encontrándome conmigo mismo. Me gusta.

Volar por encima de todo y de todos. Creer que no hay barrera tangible ni conciencia prudente que nos limite en nuestro viaje. Pensar en aquellos rincones que anhelamos y llegar hasta allí sin más premisa que soñar. Me encantaría volar. Me encantaría volar contigo.

sábado, 27 de febrero de 2010

Sábado. (Despiértame)

Podría dibujar mi sábado con largas descripciones que denotasen lo intenso que está siendo, todavía por terminar. Podría hacer hincapié en la pesada resaca que todavía aguanto de la noche de ayer, o denotar lo orgulloso que estoy de la goleada de mis chavales. Como esos, hoy se van sucediendo los planes y, literalmente, sin tiempo para descansar, ahora vuelvo a irme a un concierto que llevaba meses esperando. Lo cierto es que la semana ha bañado el sabor agrio de la pasada, y lo ha convertido en un dulce olor a buenos momentos. Podría también contarte que, a pesar de todo lo ocupado que estoy, no consigo sacarte de mi mente y aun a ratos vuelves con esa sonrisa a mis recuerdos. Fíjate, no le faltaba intensidad y argumentos al día para llenar esta entrada y varias más.

Pero hoy creo que no es el momento de todo esto. Hoy hay algo más importante lejos de aquí que está por encima de cualquier anécdota de mi día a día y que merece una reflexión. Merece un minuto de cordura y un recuerdo que le dé la importancia que realmente merece a lo que sucede. La tierra se enfada. Sí, señores, el mundo está sacando sus rencores guardados y está golpeando durísimamente a la sociedad, al planeta. La tierra llora y con un pataleo terrorífico está dejando sin hogar, sin medios, sin alimentos y sin vida a miles, miles, miles y miles de personas. Hoy es Chile, pero sólo es una pieza más en la cadena de desgracias. No hay forma de parar el desastre y, cuando todavía no han dejado de aparecer en las noticias las imágenes de la tragedia, nos sorprende con otro hachazo a la conciencia y otro puñetazo sobre la mesa del planeta que nos hace temblar de miedo. Todo tambalea y se van cayendo las piezas como un castillo de naipes sin forma posible de pararlo. Faltan efectivos, aunque no dejan de multiplicarse, para ayudar a tanta víctima. Hoy es un día triste, otro día más, y el juego no se detiene. No vale de nada llorar y toda ayuda es poca. Ojalá despertásemos de ese sueño y todas esas personas que ven como un segundo negro se lleva todo lo que tienen por delante, pudieran volver a sonreir. Hoy creo que hay algo más importante que tú o que yo, hoy el mundo vuelve a temblar, y lo peor es que no tiene pinta de tener suficiente.

No quedan sueños,
los ha arrastrado el mar.
Te deja seco,
te quita hasta el hogar.
No veo nada,
no queda ni un papel.
No vale nada...

Despiertame,
di que paraste el tiempo y nada sucedio.
Y acuestate,
vuelve a contarme el cuento donde acaba bien.

Y ahora lo pienso,
y veo la razon.
Que triste es esto,
la tierra se enfadó.
Las rocas suenan
hay llantos de perdon.
Los cuerpos pesan...

Despiertame,
di que paraste el tiempo y nada sucedio.
Y acuestate,
vuelve a contarme el cuento donde acaba bien.
Despiertame,
que paraste el tiempo y nada sucedio.
Y acuestate,
vuelve a contarme el cuento donde acaba bien...

viernes, 26 de febrero de 2010

Viernes.

Como el sabor de un café recién hecho a las 08:15 de la mañana. Los cinco días terminan con la amarga sensación de sentir la derrota de quien quieres, quizá más de lo que sabes, y no puedes verla mal. Todo saldrá bien, estoy completamente seguro, los buenos siempre ganan. Y aunque todo se nuble y nada parezca claro, te ayudaré si hace falta a pintar un sol, un colegio o un universo donde más te guste. Te lo prometo.

Cinco días extraños. Cinco días completamente diferentes a los últimos cinco vividos, cinco balas de oxígeno cuando ya entraba en coma. Cinco miradas al cielo que se iba despejando con el paso de las horas. Fíjate qué casualidad, la semana pasada llovió de lunes a viernes y ésta, mira tú, no se ha ido el sol ni media horita en toda la semana.

jueves, 25 de febrero de 2010

Jueves.

Con el sabor en la boca a ensaimadas que no hemos llegado a probar pero que nos las imaginábamos tan deliciosas que casi alimentaban tan solo de pensarlas ha empezado la mañana de un jueves que, esta vez sí, ha valido la pena. Parece que el huracán de pelo negro y delantal verde, que acosaba mi tranquilidad laboral y mi confianza la semana pasada, ha decidido cambiar de planes y simula haberse olvidado al menos un poquito de mi persona. Ya no sé si por total desconfianza que ya ni lucha por que haga lo que ella quiere, o porque realmente confía nuevamente en mí. Sea la una o la otra, vuelvo a sonreir en el cole.

Tiene nombre y apellidos el día, no puedo negarlo. Sabes que hoy no ha sido un día más y, aunque en el fondo todo siga siendo una imaginación fruto de los sueños de un ilusionista juguetón y cansado, que encandila nuestras mentes y las echa a volar, hoy me iré a dormir pensando en ti. Ya ves, no ha sido tan fácil apartarte con el tiempo. No es tan fácil no mirarte si ahora ya no quiero ver nada más.

Parece que el destino no se ensaña conmigo y no le tiembla la mano a la hora de perdonarme. Después de la tormenta ha llegado la calma y, si nada lo estropea mañana, vuelvo a sonreir y esta vez con energías renovadas. Será que me ha sentado bien eso de escribir cada día. O será que ya me tocada una de suerte, ¡que no he sido tan malo!

Dulce viernes.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Miércoles.

Sí, yo tambien la echo de menos. Parece que ninguno de los dos hemos tenido suerte, o se nos ha escapado sin hacerle demasiado caso. Puede que ahora sea más feliz sinceramente, prefiero no saberlo. No creo que se pueda querer tanto a alguien como yo la quise, no creo que ella se enamore igual de nadie más, era diferente y ella lo supo, hasta el último día. La melancolía es un licor bien caro, ya lo dijo Amaral, y parece que ahora me ha emborrachado. No creí que me dolería tanto verla tan lejos como la veo ahora, ahora que ya no se acuerda, ahora que alguien ha difuminado mi recuerdo en su mente y lo ha disfrazado de nuevas ilusiones. Ya ves, vuelvo a perder. Yo, el que siempre empezaba las partidas ganando, el que tiraba de los hilos y creía dibujar a mano alzada lo que necesitaba, ahora vendo mis dibujos sin que ya valgan nada.

El miércoles por lo general ha ido bien, no mejor que ayer, pero sí en esa línea ascendente que al menos, no me tira para atrás cuando me despierto por las mañanas. Ojalá todo vaya mejor mañana, mejor todavía.

Al final me va a gustar y todo eso de ponerle letras y conciencia a los días de esta semana.

martes, 23 de febrero de 2010

Martes.

Parece que sí, hoy ha sido un día positivo. No una maravilla, pero dentro de la locura, siempre se agradece una pizca de lógica. Me ha gustado el martes, no lo voy a negar, he tenido motivos para sonreir más de una vez y las penas duelen menos cuando estás a gusto. Hay personas y motivos suficientes para que conciliar el sueño hoy no sea un reto. Ya queda un poquito menos para el viernes (bien!) y para el sábado (bieen!).
Feliz miércoles!

lunes, 22 de febrero de 2010

Lunes.

No, ya no te acuerdas.

Tierra trágame. Vaya lunes, parece que no sale el sol estos días por más que lo busque. Qué ganas tengo de que pase ya todo, de huir lo más lejos posible y olvidarme de todos estos golpes que la vida parece que me debía. Cada vez más harto, cada vez más cansado, cada vez más solo, cada vez más de vuelta de todo y de todos. Pero ¿hasta cuándo...? Tengo un límite, lo sé y no tardará en llegar.

Ya no creo en los cuentos de hadas porque parece que dejé pasar el mío. Como viajes de ida y vuelta ahora me duele el daño que hice. Qué lástima haber aprendido demasiado tarde, qué lastima que todo vaya tan deprisa. Qué lástima extrañarte ahora que ya no existes.

domingo, 21 de febrero de 2010

Igual tú ni te acuerdas...


...pero fíjate que tontería, yo hoy te echo de menos.


Las campanas de la iglesia replicaban de fondo, y sus golpes amargos se confundían con la voz de Sabina que sonaba en mis cascos. Como cada domingo acaba la semana y me deja el sabor de perder una batalla más contra el mundo que, una vez más, ha sabido cómo jugar y ganar sin despeinarse. Ha sido una semana dura, han sido golpes casi tan fuertes que me han dejado perdido y lejos de todo. Casi como una pesadilla de la que quiero despertar cuanto antes, pero el hecho de irme a la cama otro domingo más no me da ninguna seguirdad de que mañana vaya a salir el sol. Un sabor de boca agrio, un olor a recuerdos de inviernos dorados. Quizá por eso, en esta esquiva soledad, en el sabor frío a derrota lenta pero inminente, te echo de menos y rompo con mi promesa de no volver a llamarte nunca más.


Ya ves, una vez más me equivoco y aun sabiendo que ya no queda nada más que lejanía y una carpeta llena de cartas viejas, vuelvo a pensar en ti. Todavía no he sabido superar las hostias de la vida sin tus consejos, ya ves. Y necesito volver a verte, necesito oirte. Creo que, si todavía me dejas, iré a buscarte, aunque sólo sea para escuchar de tus labios que merezco tropezarme y que me caeré solo. Aun así, a ratos, todavía creo que nada es imposible y me gusta soñar con la incertidumbre de mi futuro.

jueves, 18 de febrero de 2010

Desaparecer.

Desaparecer, sólo eso. No ha salido el sol en toda la semana y tiene pinta de que el invierno no ha hecho más que empezar para mí. No hay claros en este cielo, de repente todo se viene abajo y me faltan manos para controlar la caída al abismo. Todo en lo que creía desde hace meses, todos mis esfuerzos, esperanzas o perspectivas se difuminan con el fulgor de las horas. Parece que no haya puerta o ventana que de un haz de claridad y cada paso es una zancadilla. El trabajo, el equipo, todo se desmorona. Ahora ya no funciona nada, todo pende de un fino hilo que no me sujeta, me corta, me hiere. Me quema el tic-tac del reloj y llevo días en los que cuento lo que falta para meterme en la cama desde que suena el despertador. Parece una broma pesada, un macabro juego de títeres en el que con unas cuerdas mueven el decorado que me rodea y lo hacen temblar. No pinta nada bien el horizonte y sólo pido un algo de calma que me ate a la cordura. No entiendo nada, me pierdo en el vaivén de las ideas, lo positivo, lo negativo, lo que vuela, lo que era y ya no és, lo que prometía y se deshace, lo injusto y lo vacío. No sabía que era tan caro el precio a pagar por luchar por tus sueños en un mundo que te tiene tomada la medida. Quizá he pecado de ilusionista, de mago que juega con la realidad y la amolda a sus deseos, para que con el tiempo todo acabe derritiéndose al calor de un escondido sol de febrero.

Sé que me acabaré levantando y que la vida tiene que darme muchas más oportunidades. Allá donde tenga que llegar iré con la lección aprendida y un poquito más desengañado con mis sueños y con mis anhelos de una realidad que imaginaba tan perfecta, que me corroe comprobar que no llega a ser ni siquiera una sombra de la misma.

Desaparecer, hoy sólo necesito eso.

domingo, 14 de febrero de 2010

Adiós Carnaval


Nunca fue mi fecha señalada en el calendario, todo hay que decirlo. Carnaval no ha sido siempre más que otra excusa para darle un giro a la rutina, casi siempre con poco éxito. Este año, no ha andado demasiado lejos y, aunque me lo he pasado bien, no me da pena que se quede atrás. Eso sí, me ha despertado unas ganas incontenibles de que lleguen mis queridas Hogueras y con ellas el verano que parece quedar ya tan lejos.


La semana termina al ritmo de Quique González y con una resaca considerable. Madrugar después de no dormir, no es demasiado aconsejable y el domingo ha amanecido mucho más duro que de costumbre. Un día de San Valentín sin demasiado que celebrar. Estos años nunca le dí importancia a este día, símplemente te demostraba lo que te quería en el mejor momento y lo veía como una simple fecha más, una estrategia comercial. Ahora que no estás se me clava un poquito en el corazón.


Nada suena tan apagado como una noche fría de un invierno palpitante. La ausencia se convierte en desesperación cuando escucho los compases de esas canciones. Sus ritmos burlones bailan al son de letras que me vuelcan la conciencia y te echan de menos. Hoy la música es otra excusa frágil para no soñar. Mañana volverá a ser lunes, y la ciudad ya se ha ido a dormir. Me iré yo también.


Feliz semanita.

sábado, 13 de febrero de 2010

Piensas


Podrías estar en cada paso que doy, en las sombras y en las pequeñas luces que iluminan pero no calientan. Podrías pensar que tal vez deje de llover cuando vuelves a mi mente y que el invierno no es más que una excusa para no salir de la cama si pienso en ti. Quizá creas que la luna ha escuchado de mi boca miles de historias y que cada noche pasan horas hasta que me duermo imaginando que el camino es más estrecho y no tiene fin cuando vamos juntos. Probablemente el tacto de tus dedos en mi piel es una forma de energía que ya quisieran muchos expertos utilizar. En el fondo, sabes que no hay nada como querer y no poder, como el peligro de lo que está tan lejos que puedes tocarlo pero quema, muerde, mata. Igual sientes que tal vez sea una mentira, una película sin guión establecido que como todas tiene un final, aunque no le guste al público. No te puedo engañar, no quedan tan lejos de la realidad todos tus pensamientos.

Pero, ¿y qué? puede que algún día ganemos un Óscar, o dos...

miércoles, 10 de febrero de 2010

Tal vez algún día...

...te cuente todo sobre los viajes que cada noche hacemos tú y yo. Quizá llegue el momento en el que sepas que hemos ido más lejos de lo que se puede imaginar. Que hemos vivido aventuras, hemos conocido horizontes, y ha ido saliendo el sol, noche tras noche. Y tú, seguramente todavía ni siquiera lo imaginas.

El mundo es de otro color, y no duele tomar decisiones cuando tú y yo volamos juntos. Los trenes nunca llegan tarde, ni se van demasiado temprano. Los amaneceres no son fríos, y las noches nunca lo suficientemente largas. No hay relojes, no hay tiempo ni distancias. No existe nada más en ese universo personal. Es dulce, simplemente porque estás tú. Simplemente porque es un sueño, y mis sueños todavía llevan tu nombre. Aunque tú no lo sepas.

domingo, 7 de febrero de 2010

Domingo rosa


Hoy el día ha sido diferente. Sinceramente tenía miedo de volver a encontrarme con tu mirada, hacía quizá demasiado tiempo desde la última vez y los meses pesaban casi tanto que me quemaba la idea de verte y no saber como reaccionar. Ahora ya he vuelto y ha terminado el domingo, y todo lo que llevaba consigo. Cinco meses se convierten en una eternidad y me he chocado de cara contra una realidad que tenía casi olvidada. Tú.

Reconozco que no he sido consciente de lo que te echaba de menos hasta que te he tenido delante, hasta que contigo las horas pasan como minutos y el tiempo parece que se detenga. Cuando no existe un nada más allá y es imposible pensar en otra cosa. Puede que cinco meses hayan hecho que lo que era especial en verano hoy fuera casi mágico y no existieran ni miedos, ni dudas, ni nada que pensar. Creo que no tengo casi con nadie tanta complicidad como contigo y casi lo había olvidado. Hoy eras más tú que cualquiera, y he vuelto a perderme en tu mirada. Donde no sé nadar solo, donde ninguna es demasiada distancia, y donde los sueños no quedan tan lejos.

No sé si eres tú o soy yo, o ese algo que existe desde que nos conocimos. No sé si contigo puedo ser más yo mismo que con nadie, y conocerte me hace cada vez más daño, porque parece casi imposible borrarte aunque pase el tiempo. Eres demasiado tú, tienes demasiado de eso que necesito. No sé, supongo que hoy he vuelto un poco más perdido de lo que me fuí. Perdido en tus ojos y en millones de ideas que vuelan hacia alguna parte. Espero que algún día estés tú al final de ese camino.

viernes, 5 de febrero de 2010

Vuelve

Porque sigo creyendo que queda demasiado camino por andar, y aún no estoy cansado. Porque sé que no todo está escrito, que todavía hay páginas en blanco. ¿Qué me dices?

martes, 2 de febrero de 2010

Volverás, te esperaré


Hoy te has ido, una vez más. Desde que te conozco no dejas de ir y volver, no he dejado de despedirme de ti desde aquellas tardes cuando sólo era un pequeñajo y tú el espejo donde reflejarme. Quizá por eso aquella vieja canción que dice algo así como adiós con el corazón que con el alma no puedo... Sigue llevando tu nombre desde que me la cantaras de niño.

Siempre fuiste el ojito derecho de mamá, siempre el niño problemático. Siempre aquel que traía de cabeza a todos y que dejó de estudiar por trabajar en lo que más le gustaba, aunque fuera a escondidas. Siempre a hostias con la vida, siempre en boca de todos. Nunca sentaste la cabeza, nunca dijiste un lo siento, simplemente vivías, te dejabas llevar, pero siempre salía mal. Siempre por la puerta de atrás, siempre el malo del cuento.

Nunca han creído en ti, pero ya ves, tienes ese algo que te hace especial. Ese algo que te hace haber tenido más amigos en tu mano un momento cualquiera de los que cualquiera puede reunir a lo largo de toda su vida. Ese algo que hacía que cuando llegaras a casa, sólo se escuchara tu nombre. Ese algo que enfadaba a mamá porque tú eras todo en lo que yo creía, y porque pisaba a ciegas por donde tú me decías. Ella siempre prefirió que yo me fijara en el mayor, en el bueno, el correcto, pero tú siempre has sido distinto, mi hermano favorito, mi guía. Quien marcaba el camino que no se ha de pisar, pero que tanto me gustaba.

La vida te ha dado golpes, uno tras otro, cada vez más duros, pero siempre sales, siempre estás ahí, siempre llega el día en el que vuelves, y mírame, todavía sigue haciéndome ilusión cuando llamas al timbre, igual que cuando tenía ocho años. Igual que aquellas tardes donde nuestra habitación era una nave espacial, y en cualquier playa teníamos un tesoro escondido. Aunque pase el tiempo y yo ya no sea aquel renacuajo ni tú mi hermano loco, aunque la vida nos lleva a los dos por caminos diferentes, por caminos raros.

Sé que me quieres con toda tu alma. Que pondrías tu vida en juego por salvarme de la más simple tontería. Sé que no confías en nadie como en mí y que lloras cada vez que nos despedimos. Sé que no te atreves a decirme a la cara que te vas, nunca has podido, y que te da miedo que un día me olvide de ti. Que te da miedo que acabe rompiéndose ese lazo que nos hace inseparables, y que darías todo por conservarlo. Pero no te preocupes, sigo aquí, y esperaré a que salgas de ésta. Todo irá bien, y aún nos quedan infinitas batallas que ganar juntos. Sabes que puedes confiar en mí, sabes que yo nunca me iré. Por que, al fin y al cabo, sigues siendo mi hermano favorito. Y tu corazón siempre será donde me miré y nunca dejaré de hacerlo. Te quiero tete. Hasta pronto.