lunes, 4 de octubre de 2010

Despertar


Despertarme y descubrir mirando por la ventana que el frío se ha colado en mis huesos y parece querer quedarse a vivir por un tiempo. Sentir que el octubre ya baña las costas de mi piel con su textura ténua y fría, con su olor a chapuzón en café y soledad sin más premisa que la de saberme vivo un año más. No sé qué durará este sueño ni qué cojones hago yo buscándome la vida a cuatrocientos kilómetros de mi casa, sólo tengo un poco de prisa y muy poco tiempo para comprender que, tal vez sí, sea mi última noche a este lado del mapa. No soy consciente de lo que puede significar este otoño en mi vida, ni de los pasos que le quedan por recorrer a mis zapatillas. Pero eso sí, hoy tengo muchas partidas que ganar por delante. Por mí y por cada palmo de mis sueños.

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