sábado, 26 de mayo de 2012

Año II después de ti.


Hoy hace justamente dos años del final de una era y el principio de otra. Diferente, cambiada, insulsa, inútil, sin ti.

Un ambiente enrarecido y complicado se vuelca sobre este día con tintes de aquel ayer oscuro casi negro que dibujaste la noche que te apagaste. Sin despedida, sin un "adiós" que maquillase las horas de dolor, sin una sonrisa que guardar. Y es que, como pasa siempre en estos casos, los mejores momentos se magnifican y los malos se pierden en el cajón del olvido; porque ningún alma vale tan poco como para teñirla de sombras el resto de su memoria. Y la tuya, créeme, valía su peso en oro.

¿Sabes? Desde entonces las cosas han cambiado, mamá y los peques están juntos y el tete y yo los cuidamos para que todo salga bien. Tu recuerdo dibujado en ellos se va agrandando día a día y aunque parezca que no, siempre estás presente. No hay miedos ni dudas; su futuro, cueste lo que cueste, será tal y como tú lo soñabas. Te lo prometo.

¿Y yo? pues qué te voy a contar, deambulando por este mundo, descubriendo ilusiones tras la esquina de cada calle que me impidan olvidar que la vida sigue siendo el tesoro que tú me enseñaste de pequeño. Trazando en Madrid el camino que en Alicante no podía, y volviendo para recuperar esa esencia tan nuestra que nadie debería perder. Sé que es difícil, y tú lo sabías mejor que nadie, pero todo saldrá bien.

No te voy a engañar, muchas veces siento que mi vida, desde aquel día, es un trazo de huida hacia adelante queriendo escapar de mis propios fantasmas. Y aunque el devenir de la rutina me haga arrinconarlos y sentirme bien, sé que nada volvió a ser igual; y que pocas voces me ayudarán a olvidar la tuya. Me sentí solo, y autoengañándome disimulo que todo perdió gran parte de su sentido aquella mañana de mayo.

Hoy no estás, hoy te dibujo en sueños. Creo en ti a través de retazos de palabras abandonadas en mi memoria. Rompo a llorar sabiendo que nada podrá ser igual y me despierto de golpe en un mundo cada vez más jodido de aceptar. Recupero la ilusión por escribir porque sé que es de las pocas cosas que me llenan y dejan volar todo lo que todavía tengo adentro.

Volveremos a vernos, estoy convencido. Un abrazo enorme, de esos llenos de atardeceres en la playa, mañanas de verano en tu cuarto y paseos por el parque. De esos que solo tú y yo conocíamos.

Por que tú me enseñaste a quererle, y no hay mejores letras que te definan que las de Sabina.



Tenemos proyectos que se marchitaron,
crímenes perfectos que no cometimos,
retratos de novias que nos olvidaron,
y un alma en oferta que nunca vendimos.

Tenemos poetas, colgados, canallas,
Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,
abuelos que siempre ganaban batallas,
caminos que nunca llevaban a Roma.

Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.

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