miércoles, 21 de marzo de 2012

Un día diferente

Llegas al portal y sales a la calle. La lluvia moja tu cara, extrañado miras al cielo, hacía tanto que no llovía que ya casi habías olvidado esa sensación que tanto te gustaba. Oyes el estruendo de la vieja puerta de hierro cerrándose a tus espaldas y comienzas a andar. Hoy no será un día más, pero tampoco es que te ilusione. Se palpa en el ambiente que las cosas van a comenzar a cambiar, tal vez a mejor. Como esa sensación que notas cuando sabes que has hecho algo bien y, lo sepa alguien o no, hoy estás orgulloso de ser tú y, para las pocas veces que sucede, no queda más remedio que levantar la cabeza. Muchas veces te preguntas si será verdad eso que dicen de que cuanto más a gusto estés contigo mismo, mejor te tratará el mundo, y hoy es uno de esos días donde lo entiendes.

La calle se dibuja oscura, un cielo lóbrego amenaza con arrancar de cuajo esa primavera recién estrenada, inundando de diminutas gotas de invierno cada hora del día. Tal vez la mejor estación del año haya tenido prisa en llegar, pero hoy se respira un ambiente gélido y no parece importarte. El tren de tu vida llevaba tiempo parado en la misma estación y hoy ya se oye ajetreo en el andén. Tal vez no sea el mejor destino, pero hay veces en que no importa el final mientras el viaje valga la pena.

Las victorias nunca pasan por mi lado,
las promesas y las dudas en el mismo trago.
Te necesito cerca, aunque sea un rato.

Piel de huracán,
podemos apostarlo al billar,
hagamos un trato,
lo dejamos igual.

Si alguna vez fui un loco
que te quiso cambiar,
no se te ocurra
entenderlo mal.


No hay comentarios:

Publicar un comentario