domingo, 26 de enero de 2014

Enero

El folio en blanco otra vez. El precipicio que rompe el equilibrio entre camino y realidad, la punzada inquieta de quien no quiere saberse perdido y rema a contraluz. Dejaremos que el agua inunde los recuerdos y ahogue las fotos que nos vieron crecer, sabedores de que nunca más volveremos a coser despertares de miel y limón. No queda rastro del James Dean que quemaba sonrisas a sangre fría y tú tampoco eres ya la Audrey de nadie.

La última luz muere y deja la calle vacía, pendiendo del hilo que teje la gravedad de cada uno de nuestros principios. Ya no seremos instantes nunca más y lo sabes, pero asumirlo es una derrota, un precio que no podemos pagar.

Yo, de momento, me conformaré con seguir andando por la cuerda floja sobre nuestros tejados, bailando cada vez que suene aquella canción, perdido en cualquier azotea. Mueriendo a tu salud.



De los cielos a la pólvora mojada
De la magia a la oscura esclavitud
Hace tiempo que no pienso en tu cornada
Hace tiempo que lo echo a cara o cruz

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