lunes, 6 de enero de 2014

Veinticinco páginas.

Veinticinco páginas se han escrito desde que vi empezar mi primer año. Veinticinco brindis, proyectos, sonrisas, abrazos, veinticinco promesas.

Desde entonces he visto crecer, morir y reinventarse al mundo más de una docena de veces. He dejado de creer en lo que me rodeaba en tantas ocasiones que he perdido la cuenta. He aprendido a querer, he convertido en sueños un billete de tren. He descubierto que el valor de las cosas reside en el significado que le otorgues, simple como un portal en invierno, nervioso como el corazón de una maleta.

Hipotequé mi adolescencia a una ciudad desconocida y un horario de cercanías. Vendí mi primera experiencia docente a una jaula de hipocresía para almas desnudas. He dormido de madrugada en un coche mientras al otro lado de la puerta se apagaba el motor que me alimentaba de vida. He recorrido Madrid de punta a punta buscando una oportunidad de reencontrarme. He salido más de lo que he entrado. He visto el mundo reflejado en distintos ojos. He echado de menos hasta perder el sueño.

Y hoy, ya ves, me queda una familia que no tiene precio, un puñado de amigos expertos en contarle mentiras a la vida para que podamos seguir riendo, unos bolsillos casi vacíos y un álbum de recuerdos que pesa lo inimaginable. Por eso, este año solo prometo ser fiel a esa historia, porque estar a la altura de quienes te han hecho crecer es, a veces, lo más complicado de la vida. Este año, me conformo con seguir haciendo de mi vida un cuento diferente.

Feliz dos mil catorce.



No he venido a recordarte tu belleza.
No he venido a dedicarte un rock & roll.
Pero no soy uno más aunque lo quieras.
Maldita sea la vela del barco de tu voz.

1 comentario:

  1. Creo que si hubiera leído esta entrada antes, te hubiera dedicado un hueco en mi facebook SEGURO. Que sepas que es un gustazo leerte. Te sigo de cerca(: ¡Un abrazo, Jesús!

    ResponderEliminar