jueves, 1 de noviembre de 2012

Un segundo de vida.

¿De verdad crees que es imposible parar el tiempo?

A veces me gusta sentarme a mirar como suceden las cosas ajeno al devenir de sus intereses. Me gusta tumbarme en la cama a escuchar como esa canción se desarma en mis oídos con versos que encarcelan mis sentidos del tiempo y el espacio. Disfrutar un olor que se difumina al pasar sabiendo que no sabes si volverá, pero que el día que de casualidad aparezca, te hechizará de nuevo. Cerrar los ojos e imaginar todo aquello que no está sucediendo y estremecerte sabiendo que tu mente vuelva más allá de los límites de ese segundero culpable que se esconde en su reloj.

Suelo jugar a hacer eterno un instante y a decrecer las horas con simples billetes de ida y vuelta a un presente que siempre camina demasiado acelerado. Con el tiempo descubres que la vida sucede a cada instante, que cada segundo es energía que se esfuma sin pestañear y que si no estás atento, cuando te giras ya no queda nadie atrás. Porque establecemos metas como forma de degustar el camino que seguimos para conseguirlas, y sabemos que su magia está en él, y no en el mero hecho de lograrlas.

A veces me gusta creer que el tiempo no es uniforme y que si tú quieres, puedes mecerlo a tu antojo, prendido de las ganas que tengas de soñar.



Zumo de naranja con vainilla
en algún puerto de una isla
que en septiembre se vacía.

Date ya el último baño,
el último respiro,
el último, tranquilo.

1 comentario:

  1. Ojalá pudiese mecer el tiempo a mi antojo. Pero soy de las que creen, como leí un poema una vez (y que si encuentro te lo mostraré), que al tiempo lo rige una medida.

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