miércoles, 11 de septiembre de 2013

Septiembre, otra vez

Supongo que es una cita a la que no puedo faltar cada año. Septiembre vuelve como un ciclón, como la marea que sube tras la resaca del mar. Septiembre es parte de mi, porque me vió nacer, porque en él pasaron algunas de las cosas más importantes de mi vida. Septiembre es el espejo de mis emociones, un río de sueños desnudos, una nueva oportunidad para seguir creyendo.

Poco queda ya del niño que entraba en depresión cuando el calendario anunciaba tu nombre, porque el verano llegaba a su fin sin avisar. Poco queda de aquel adolescente que celebraba cada día como hoy, con helados y escapadas, el recuerdo de la tarde en que aprendió a amar. El reto de empezar una carrera, el de verte de golpe en un claustro de profesores y ante montañas de niños, el de empezar una vida nueva. Todos ellos llevan tu nombre. Madrid, y ese año trascendental que todo lo cambió. Sus nombres, sus gestos, sus olores. Todo eso se llamó un día septiembre, y vuelve a renacer cuando llega el número nueve.

Mi historia empezó a escribirse un mes como este y cada vez que vienes me convences de que ha valido la pena, de que no somos nada sin nuestro pasado, de que somos el reflejo de aquello que hicimos crecer.



A veces tan triste
y a veces tan libre
veneno la confusión
veneno yo.

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