jueves, 27 de mayo de 2010

Adiós

Y de repente te vas.

El camino era largo, era extraño. Llevaba años sin pasar por allí. No soy supersticioso, ni siquiera creo que existan lugares malditos, simplemente enigmáticos. Volvía a encontrarme las caras con el destino después de cinco años. Parecía casi olvidado lo que dolía, estaba casi seguro de que las esquinas de la rutina habían convertido todo en un recuerdo. Pero hoy me vuelves a llevar allí. Hoy eres tú quien me acompaña para no volver jamás. Tú, joder! TÚ!

Miles de nombres, de miradas, sueños, esperanzas y lágrimas, millones mueren y han muerto entre sus silenciosas calles. Me siento extraño, perdido. Su paisaje es casi una metáfora de mis sentimientos. No puedo controlar la respiración ni la fuerza, no puedo ponerle freno a todos los pensamientos que se me acumulan velozmente en la cabeza. Soy incapaz de mirar a los ojos a quien cree apoyarme y darle las gracias, porque realmente no entiendo ni qué hago allí. Posiblemente todavía no he entendido que te vayas, no sé aún el porqué ni qué implica que me dejes tan solo. No comprendo los motivos de tu marcha, ni siquiera sé si existen.

No sé qué decir. No sé a dónde ir. Sólo sé que ya no estás. Ya no volveré a verte, a creer contigo que todos los sueños se cumplen. A darte un abrazo y saber que sólo contigo estoy en casa. Sólo sé que el teléfono dejará de sonar con tu voz al otro lado. Que ya no estará quien movía cielo y tierra por que yo no sufriera. Quien solucionaba cualquier problema a su manera, pero siempre para verme sonreir. Ya no está el loco, el problemático, el diferente, el que todos querían pero nadie comprendía. Te has ido tan deprisa... Al mismo ritmo que viviste siempre, en una eterna carrera, creciendo, madurando, cayéndote y levantándote tan frenéticamente que cuando los demás llegaban ya no estabas. Y ayer, cuando llegué yo, cuando pronuncié tu nombre al oído y te supliqué que no me dejaras, hacía rato que te habías ido.

Te prometo que todavía te necesitaba. Hubiera dado cualquier cosa por que te despertaras y te levantaras de aquella puta cama llena de tubos. No podías irte, todavía no, todavía te necesito para vivir. Si tú te vas me quedo demasiado solo. Me juraste que nunca me ibas a abandonar, y hoy te pierdo a ti, y me pierdo yo. Me dejas cuatro fotos y millones de recuerdos que ni siquiera soy capaz de asumir. Lo siento, perdóname. Siento que no sé vivir sin ti.

Hasta siempre tete.
Te quiero.

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